-¿Por qué no me dijiste que habías llegado a la ciudad un día antes?
La voz de Monique suena cargada de recelo y desaprobación. Se encuentra del otro lado del mostrador y está bellísima con su pelo cobrizo recogido en una coleta alta que deja ver sus delicadas facciones; y lleva un traje verde de dos piezas que combina con sus ojos y resalta el tono pálido de su piel.
-Estabas con tu hermano -respondo y me miro las uñas con aburrimiento-. No me pareció una buena idea interrumpirlos.
-Y una mierda -exclama para nada convencida con mi falsa indiferencia-. Podrías haber subido a mi piso igual. ¿Qué ocurrió con el ricachón?
-Nada -miento como puedo mientras intento mirarla a los ojos-. El domingo ninguno de los dos trabajó y decidí volver temprano para no tener que andar a las corridas en nuestro reintegro.
La joven me observa con detenimiento. Sabe perfectamente que lo que le estoy diciendo son puras mentiras pero me conoce lo suficientemente bien para saber que no quiero seguir hablando del tema.
-De acuerdo -responde y saca un pequeño espejo de mano antes de pintarse los labios-. Me lo contarás todo durante el almuerzo.
-No puedo -le digo y me rasco la cabeza con incomodidad-. Hoy almuerzo con Donovan, lo lamento.
Monique se limpia con el dedo meñique el exceso de maquillaje de la comisura de sus labios y levanta una ceja.
-¿Qué te ocurre? Andas demasiado misteriosa y siento que últimamente me estás ocultando varias cosas.
Me quedo en silencio por unos segundos. Es evidente que hasta mi mejor amiga nota que algo raro me pasa.
-Es verdad -contesto al fin-. Estoy metida en más de un problema y hasta que no pueda digerirlo no me voy a sentir cómoda para contárselo a nadie.
-¿Ni siquiera a mí?
-Lo siento.
Monique guarda el maquillaje en su cartera y me mira con dulzura.
-No lo lamentes. Estoy acostumbrada a que me lo cuentes todo, pero si necesitas espacio te lo daré. Lo único que quiero que sepas es que intentes no guardarte las cosas para tí sola por demasiado tiempo. Cuentas conmigo para lo que sea.
-Lo sé, gracias.
-No me des las gracias, es lo menos que puedo hacer por mi mejor amiga -comenta nuevamente de buen humor y cambia rápidamente de tema-. ¿Héctor te trató bien?
-¿A qué te refieres con eso? -pregunto con la guardia baja y me paro más derecha.
-¿Fue amable? ¿No te dijo nada fuera de lugar?
Suelto una risa y relajo mis hombros.
-Por supuesto que fue amable, soy la amiga de su hermana menor. Tampoco me quedé hablando con él mucho tiempo. Intercambiamos un par de palabras y cuando quiso invitarme a entrar lo rechacé y volví a mi apartamento.
-Niña tonta… Podrías haber subido…
-Monique, no empecemos de nuevo -le digo y no puedo evitar sonreír con sus expresiones de falsa molestia, luego miro la hora de mi reloj y me muerdo el labio inferior-. Debo ir a trabajar, nos hablamos luego ¿si?
Me despido de Monique y subo por los elevadores hasta mi oficina. Y todo el buen humor de hace unos segundos se esfuman en un abrir y cerrar de ojos. Tengo miedo e incertidumbre. No sé qué me espera allí arriba. Tampoco sé si voy a ver a Christopher, a Paul o a mis hermanos. La campana de mi ascensor anuncia que llego al piso indicado y las puertas se abren. Salgo disparada mirando mis propios pasos y cruzo los dedos para meterme en mi despacho sin que nadie me vea. Una vez dentro me encierro y voy directo a mi escritorio, volviendo a respirar con tranquilidad.
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No Te Enamores De Mi
RomanceBriana Torres es una hermosa y brillante joven que cambia su antiguo trabajo por un puesto como la secretaria de su padre en la empresa de construcción Torres y Asociados. Allí tendrá que pasar sus días soportando los celos y la intensidad de sus he...