No Te Enamores De Mi

Capítulo 26

Christopher tira el preservativo usado y empieza a vestirse. Mi cuerpo aún sigue recuperándose de nuestro encuentro y escondo mi rostro en una de las almohadas para calmar mi respiración agitada. El empresario se hacerca a mi lado y me libera del amarre de su cinto. Pero cuando termina de ponérselo me acaricia la espalda con suavidad.

-Todavía quedan unas horas para aterrizar -comenta y me da un beso en la cabeza antes de irse-. Intenta descansar un poco.

Mis ojos lo miran de soslayo en el momento que abre la puerta para dejar la habitación y me cubro el cuerpo con las sábanas de aquella cama en el segundo que quedo sola.

-Vaya -murmuro en voz baja y reprimo las ganas de gritar eufóricamente.

No podía explicarlo pero me sentía más ligera después de nuestro intenso encuentro. ¿Siempre iba a ser así con Christopher? No recordaba ni una sola vez en la que hubiéramos follado de alguna manera tradicional o tranquila. El señor Hamilton parecía ir a por todas cuando se trataba de sexo y no sabía si aquello era bueno o malo. Cualquier persona con sentido común me trataría de idiota por el sólo hecho de siquiera cuestionarlo. Pero había algo que me decía que mantuviera los ojos abiertos cuando se tratara de él.

Por ahora teníamos solamente una relación laboral con sexo casual incluído. Y no quería ir más allá. Eso no dependía solamente de mí, por supuesto. De hecho, estaba teniendo un exceso absurdo de confianza al creer que Christopher quisiera dar un paso extra. Pero eso al final del día no importaba. Lo único que importaba era lo que yo quería. No lo que él deseara.

Iba a ayudarlo con nuestro estúpido acuerdo frente a sus padres y en el proceso me lo iba tirar las veces necesarias hasta que alguno de los dos la cagara. Porque sabía que tarde o temprano nuestra relación iba fallar en algún momento y no necesitaba de una bola de cristal para adivinarlo. Christopher no dejaba de ser una persona poderosa y dominante. No mostraba ningún atisbo de emoción y era prácticamente imposible conocer su lado vulnerable o los pensamientos que rondaban en su cabeza cada vez que hablábamos.

Y yo era todo lo opuesto. No tenía ningún tipo de poder, ni contactos. Mi apellido dependía del éxito de mi padre y a veces de los chismes escandalosos sobre mis hermanos. Tampoco me consideraba dominante y, aunque tuviera facilidad para mentir en los momentos que más necesitaba, siempre terminaba expresando mis emociones con facilidad.

Cierro los ojos y estiro las piernas por debajo de las sábanas. Aún me resulta imposible adivinar las intenciones del empresario para conmigo. Lo único que sabía hasta el momento era que había despedido a su secretaria y manipulado a mi padre para que yo estuviera a su lado. También sabía que no le gustaba compartirme con otros hombres y que estaba dispuesto a jugar conmigo, sobretodo en la cama, para doblegarme ante él. Pero ya había estado en alguna que otra relación tóxica y podía distinguir a los hombres que querían manipularme con sexo y a los que no. Christopher Hamilton sin dudas estaba en el primer grupo.

Doy un gran bostezo y me termino durmiendo gracias al sonido del motor del avión y después de un par de horas me despierto sintiéndome mucho mejor. Levanto abruptamente la cabeza entre un charco de saliva creado por mí y me tiro el cabello hacia atrás. Luego miro por una de las ventanillas y empiezo a vestirme con pánico al notar que ya estamos por aterrizar. Cuando quedo lo más presentable que puedo salgo de la habitación y vuelvo a sentarme frente a Christopher, quién tiene un plato de manzanas y uvas frente a él.

-¿Quieres? -me ofrece empujando el platillo hacia mí.

Niego con la cabeza, aún dormida, y lo observo en detalle. Sigue igual de guapo pero ahora tiene un aura diferente. Parece de buen humor y más relajado que nunca.