Capítulo 45

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Al día siguiente me despierto sintiendo el cuerpo demasiado pesado y me tomo unos segundos para darme cuenta que sigo en la cama de Jack y que me había quedado dormida a su lado toda la noche.

Me siento en la cama y me rasco la frente con confusión. La última vez que había estado allí habíamos tenido una maratón de sexo digna de recordar. Pero ahora las cosas entre nosotros eran diferentes. Y más que un par de conocidos que tenían sexo casual, éramos compañeros de trabajo que habían compartido demasiado tiempo juntos, logrando que la línea entre la amistad y el amor fuera lo suficientemente difusa como para siquiera reconocerla.

Jack había confesado que me amaba. ¿Pero yo podía decir que sentía lo mismo por él? Cierro los ojos y vuelvo a tirarme dramáticamente sobre las cómodas almohadas de su cama. La verdad es que aún es muy pronto para saberlo con certeza. Para empezar ni siquiera me había tomado el tiempo de reflexionar sobre mis antiguas relaciones en las terapias con la psicóloga. Y eso incluía no sólo las primeras, sino también las más recientes. Paul, Christopher y Héctor habían pasado por mi vida y los tres, sin duda alguna, habían dejado un impacto demasiado importante en mi vida como para ignorarlo. Pero al igual que Jack, no sabía si mis sentimientos hacia ellos eran lo suficientemente fuertes como para llamarlo amor.

-¿Perdiendo la cordura tan temprano en la mañana?

Levanto la cabeza y miro al joven que corta la línea de mis pensamientos. Sonrío como mecanismo rutinario y vuelvo a sentarme en la cama. Pero la sonrisa se me borra rápidamente de la cara cuando me doy cuenta que acaba de salir de la ducha y tiene solamente una toalla alrededor de sus caderas. Trago saliva con fuerza y me obligo a actuar como una persona normal.

-¿Dormiste bien?

-Como un bebé -responde y me da la espalda para tomar una camiseta de su armario-. Podría contratarte para que seas mi almohada personal.

-Y yo tendría que visitar a un quiropráctico todos los días porque me ha quedado el brazo duro de abrazarte toda la noche.

Jack me mira con diversión y se sienta a mi lado, aún desnudo. Luego toma mi brazo con delicadeza y comienza a hacer masajes circulares a la altura de mis bíceps, pero después de unos minutos su expresión alegre parece cambiar y de repente se pone serio.

-¿En qué estás pensando? -le pregunto de manera amistosa para romper el silencio incómodo.

-En tí, principalmente -responde y sus ojos se encuentran con los míos-. ¿Quieres que te lleve a tu apartamento o...?

-¿Qué es lo que quieres tú?

-No importa lo que yo quiera, Briana.

-Por supuesto que importa -contesto mientras disfruto de sus masajes matinales-. Y si te lo pregunto es porque estoy teniendo en cuenta tus deseos.

Jack deja de tocarme y suelta un suspiro cansado. Su rostro luce mucho mejor que la noche anterior y parece haber recuperado el brillo pícaro de sus ojos. Pero aún así hay algo que está dando vueltas por su cabeza y sé que eso lo tiene lo suficientemente preocupado como para siquiera molestarse en fingir lo contrario.

-Quiero que te quedes -dice al fin y entrelaza su mano con la mía mientras fija su mirada perdida en aquel íntimo contacto-. Creo... Creo que tenemos que hablar, Briana.

Pego mis rodillas a mis pechos y asiento en silencio. De pronto el corazón me pesa un poco más que antes y no sé si es debido al temor de lo desconocido o a la empatía sincera por el mejor amigo de mi hermano mayor.

-De acuerdo. Me quedaré un poco más y hablaremos. ¿Quieres hacerlo ahora?

Jack niega con la cabeza y su dedo pulgar acaricia la palma de mi mano.

No Te Enamores De Mi Donde viven las historias. Descúbrelo ahora