Después de nuestra sesión de sexo en la galería de arte volvemos al hotel de Hamilton pero el empresario se queda apoyado en el marco de la puerta de mi habitación.
-¿Qué haces? -le pregunto confundida mientras me quito los zapatos a espaldas de él-. Creía que ibas a entrar.
-No voy a pasar si tú no me invitas, Briana.
Levanto la cabeza hacia su dirección y suelto una risa burlona.
-¿Estás de broma? -digo con sarcasmo mientras me vuelvo a acercar a él-. ¿Desde cuándo eres tan caballeroso?
El joven tiene una expresión de serenidad en su bello rostro y me regala una sonrisa genuina, que de tener bragas en ese momento se me caerían con facilidad en un abrir y cerrar de ojos.
-De vez en cuando intento serlo -bromea y cuando me acaricia el rostro con una mano se pone serio-. No quiero presionarte a hacer algo que no quieres. Yo podría seguir pero quizás tú estás cansada y prefieres que mañana…
-No, Christopher -me niego de lleno-. No vine aquí para descansar. Y sinceramente no sé cuándo vamos a poder volver a vernos de esta manera una vez que regresemos a mi ciudad.
Los ojos del empresario se oscurecen. Sin previo aviso me levanta sobre sus hombros y cierra la puerta con una de sus piernas.
-No me gusta eso -murmura de mala gana y me lleva hasta el cuarto de baño-. Pero tienes razón. Todo va a ser diferente cuando regresemos a la oficina y no voy a poder azotar este culito tan hermoso y apretado que tienes.
Termina de decir aquello y me da una nalgada monumental que me hace largar un grito de dolor mezclado de culposa diversión.
-¿Puedes volver a hacerlo? -le pido entre risas intentando no marearme al estar colgada de cabeza sobre su cuerpo.
-¿Quieres que te dé más nalgadas?
Ahora el que ríe es él y mi corazón se estruja al escuchar la manera natural en la que dice esas palabras. Por un momento me olvido de su posición socioeconómica, y siento que es un joven que sólo quiere pasarla bien. El empresario me baja al piso y me observa con curiosidad.
-¿Quieres que te las dé antes o después de meterte en la ducha?
-Antes -respondo y ríe una vez más-. ¿Qué? ¿Por qué me miras así?
-Por nada -comenta divertido y niega con la cabeza-. Sólo espero que puedas sentarte después de eso.
Termina de decir aquello y levanta su mano izquierda para que la vea en detalle. Es enorme. Sus dedos largos intimidan pero no me hecho hacia atrás. Por el contrario, apoyo la palma de mi mano sobre la suya para medir la diferencia. Me lleva al menos tres centímetros, y el tacto de su piel es suave y frío como la porcelana. Christopher entrelaza sus dedos con los míos y nos tomamos de la mano por unos cuantos segundos, logrando que nuestras sonrisas se esfumen con facilidad. Pero parece incómodo con aquello y su rostro vuelve a levantar una fachada de inexpresión.
-Ven -dice después de aclararse la garganta y poner la voz más gruesa y seria-. Apoyate sobre mis piernas.
El empresario se sienta en el inodoro con las piernas abiertas y me acuesto boca abajo sobre él. Tengo la mirada fija en el suelo y el trasero levantado. Y parezco una pequeña niña a punto de recibir su castigo.
Me acomodo lo suficiente para no perder el equilibrio y trato de no pensar en nada pero me resulta imposible. Una vez más Christopher me muestra un lado sensible y vulnerable que cubre con frialdad y distancia en el momento que se da cuenta de ello. Si lo comparo a las primeras semanas que empezamos a trabajar juntos puedo ver un claro avance. Sin embargo siento que aún no es suficiente para creer ciegamente que estoy yendo en la dirección correcta.
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No Te Enamores De Mi
Любовные романыBriana Torres es una hermosa y brillante joven que cambia su antiguo trabajo por un puesto como la secretaria de su padre en la empresa de construcción Torres y Asociados. Allí tendrá que pasar sus días soportando los celos y la intensidad de sus he...