Capítulo 42

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Me acerco a Jack y lo primero que hago es tomarle la mano para ver la herida. Sus nudillos están cortados y toda el área afectada está hinchada.

-Jack... -susurro preocupada-. ¿Qué ha ocurrido?

El joven me observa con dulzura pero su semblante está serio. Como si el preocupado fuera él, y no yo.

-¿De verdad quieres saberlo? ¿O prefieres hablar de eso después de negociar mi oferta?

-A la mierda la oferta -respondo de mal humor-. Tienes la mano lastimada y parece que un camión te pasó por arriba. ¿Acaso te fuiste a los puños con alguien en el club?

Sus ojos calculadores me estudian con detenimiento y se toma unos segundos antes de contestar.

-Hoy ví a Donovan.

Contengo la respiración pero no le suelto la mano. No sé qué demonios ha pasado pero es evidente que lo que va a contarme no es nada bueno.

-Salí a almorzar con él como todos los lunes y le conté sobre la propuesta laboral que te hice. Sé que no le debo nada a tu hermano pero puesto que soy su mejor amigo me pareció que era lo correcto.

-¿Y se lo tomó a mal?

-No -responde y niega con la cabeza-. Parecía molesto, por supuesto, pero no se atrevió a decirme nada. Y eso me resultó extremadamente extraño porque el Donovan que yo conozco sería capaz de cortarme las pelotas por el simple hecho de siquiera sugerirlo. Así que recordé tu llamada inesperada el sábado a la noche y eso me llevó a la conclusión de que algo grave había pasado entre los dos como para que tú hermano no quisiera actuar en consecuencia a lo que le dije.

Su mano sana me toca la mejilla mientras que los dedos de la mano lastimada se entrelazan con los míos. Su mirada destila empatía y comprensión. Y sé con aquel simple gesto que ya lo sabe todo.

-Lo lamento, cariño -dice al fin y tira de mi para poder abrazarme-. Lo lamento mucho.

Sus palabras tocan mi fibra sensible y mis ojos se llenan de lágrimas.

-Le pregunté a Donovan qué demonios había hecho y me lo contó todo. No era la primera vez que me había comentado las ganas que tenía de estar con Monique así que le advertí con tiempo que no hiciera nada estúpido porque eso sólo te lastimaría a tí. Por supuesto, tu hermano no pudo resistirse a conseguir algo que tanto deseaba y terminó cagándola.

-¿Y es por eso que terminaste golpeándolo? -pregunto mientras voy uniendo las piezas en mi cabeza.

-Lo siento -contesta y con eso afirma mis dudas-. No tendría que haberlo hecho, él es mi mejor amigo y lo máximo que tendría que haber recibido de mi parte era un regaño o un sermón moral. Pero cuando escuché lo que había hecho me agarré un cabreo de los mil demonios. La sola idea de imaginar lo mucho que sufriste sin nadie que te defendiera sacó lo peor de mí y le dí unos buenos puñetazos a cambio.

Termino de escuchar aquello y lo abrazo con más fuerza. Ya no tengo energías para llorar, sin embargo mi corazón se quiebra por el acto empático que había tenido Jack para conmigo. Me alejo un poco de su cercanía y vuelvo a mirar su mano destrozada. De pronto siento la urgencia de cuidar de él como gratitud por salir en mi defensa.

-Tienes que limpiar los cortes. Déjame ir a por el botiquín de primeros auxilios y te curaré esas heridas.

Me doy la vuelta pero Jack me toma del brazo y vuelve a pegar su cuerpo con el mío.

-No es necesario que hagas nada, Briana.

-Pero tu mano...

-Mi mano va a estar bien. No es la primera vez que golpeo a alguien.

No Te Enamores De Mi Donde viven las historias. Descúbrelo ahora