Capítulo 22

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Christopher me abraza por detrás y besa mi cuello mientras sus dedos juegan con mis pezones duros y sensibles. Todavía sigue enterrado dentro de mí y no parece dispuesto a que su miembro abandone el calor de mi intimidad.

Cierro los ojos y recuesto mi cabeza sobre su hombro, sintiéndome mucho más ligera y con el humor renovado. No sabía cuánto necesitaba de aquellos orgasmos hasta que me golpearon con fuerza, logrando que todo el estrés y el enojo desaparecieran de un plumazo.

-Puedes usar mi baño si lo deseas -comenta con la voz entrecortada y su respiración un poco agitada-. Pero quédate aquí un poco más, por favor.

Asiento y me muerdo el labio inferior. Estoy recién follada pero la manera en la que amasa mis pechos se siente fenomenal.

-Briana…

-¿Si?

-¿Cuándo vas a pasar un fin de semana conmigo?

Abro los ojos después de escuchar aquello.

-No sé si es una buena idea -contesto con mis propias dudas e intento levantarme pero el empresario me aprisiona con sus brazos para que no me mueva.

-Dile a tu padre que el próximo sábado vendrás conmigo a mi ciudad natal por un viaje de negocios.

-Christopher -digo su nombre en un susurro cansado y giro mi cabeza para verlo a los ojos-. No voy a hacer lo que quieras.

-Tú y yo tenemos un trato, Briana -su voz suena una octava más grave y parece volver a levantar el muro de frialdad, pero no deja de tocarme.

-No hicimos ningún trato. Me manipulaste para pretender delante de tus padres algo que no somos, que es muy diferente. No juegas limpio y lo sabes.

El empresario acerca su rostro al mío y comienza a besarme lento, profundo y sensual. Y una de sus manos baja hasta mi entrepierna, aún llena de él, para tocar mi clítoris hinchado y sensible en círculos tortuosos.

-No te manipulé, cariño -murmura sobre mi boca-. Sólo te dí a elegir. Y tú elegiste proteger a tus hermanos.

Su miembro va creciendo lentamente de nuevo dentro de mí y tengo que morderme la lengua para evitar soltar una maldición. Mi cuerpo se siente cansado y mis muslos están comenzando a acalambrarse. Sin embargo el empresario sabe qué puntos tocar para volverme loca de placer.

-También dijiste que no ibas a acostarte conmigo y mírate -comenta excitado-. Tu coñito vuelve a estar en mis manos.

Un gemido gutural se me escapa y Christopher comienza a besarme de nuevo. Ahora su dedo índice me frota con más intensidad y la mano que me sostiene uno de mis pechos aprieta con fuerza mis pezones.

No puedo continuar. Es demasiado. Mi cuerpo disfrutó del primer orgasmo y se relajó con el segundo. ¿Pero un tercero? ¿Y en la misma posición? Necesito moverme o mis músculos van a quedar tan agarrotados que no voy a poder caminar con normalidad cuando abandone su oficina.

-Christopher, detente -le pido con los ojos cerrados, sin embargo mis caderas se mueven al compás de sus masajes de manera inconsciente.

-Viaja conmigo -dice con el rostro sereno-. Dame sólo este fin de semana para que pueda follarte como te lo mereces.

-Mierda, Christopher… No… No me hables así…

-Podemos quedarnos en mi casa o en alguno de mis hoteles. ¿Quieres hacerlo en la piscina de mi terraza? ¿O en el sauna de mi spa privado? Tengo tantos lugares para enseñarte, cariño.

Su erección está casi a tope y no demora mucho en entrar y salir nuevamente, follándome de a poco y sin que lo note. Pero aquello está mal. No se ha cambiado el preservativo usado y las cosas pueden ponerse feas rápidamente.

No Te Enamores De Mi Donde viven las historias. Descúbrelo ahora