Capítulo 32

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Después de la fatídica mañana del domingo en lo de los Hamilton mi mundo era un completo caos. Las ganas de ser una mejor versión de mí misma y de confiar de a poco en las personas se había ido al demonio cuando supe que Christopher y Paul eran hermanos. Y lo único que quería hacer era desaparecer de la faz de la tierra.

Había lastimado al arquitecto sin haberme dado cuenta y caí en las mentiras del empresario como una mosca embelesada por el dulce. Sin importar mi experiencia, seguía siendo una ilusa y no hacía otra cosa que tomar malas decisiones. Pero por primera vez supe que lo primero que debía hacer era coger un avión y volver a mi ciudad lo más rápido posible. Por suerte consigo un vuelo disponible y no tengo que esperar más de un par de horas en el hotel. Paul se ofrece a llevarme pero me niego, ya había hecho demasiado por mí y era hora de que empezara a actuar como una persona independiente.

En el avión, a diferencia del jet privado de Christopher, me esperan al menos dos horas más de viaje. Y aunque intente relajarme no puedo dejar de pensar en todo lo que el arquitecto me contó. Tanto él como todos sus hermanos se criaron sin el afecto y la atención de sus padres, que sólo se movían por el deseo de sus propias carreras e intereses.

Paul era la oveja negra de la familia. Odiaba el apellido de su padre y todo lo negativo que venía con él. Por eso se había alejado de todos con la idea de crecer como una persona independiente. Sus tatuajes y su motocicleta roja eran un símbolo de rebeldía, los cuales lo llevaron a meterse en problemas en más de una ocasión. Christopher por su parte se había vuelto una persona controladora, manipuladora y materialista. Siempre iba detrás de cualquier cosa que le dejara éxito, dinero y estatus con tal de que eso hiciera que sus padres mantuvieran los ojos sobre él.  Y los otros hermanos tampoco se quedaban atrás. Ulises sufría de ansiedad y problemas de alcoholismo. Y Mary Kate tenía problemas de depresión, convirtiéndose en una adicta a las drogas. En definitiva, esa pobre familia había sufrido de manera psicológica y emocional la falta de amor de sus propios padres. Y a causa de esto, cada uno creció con sus propios problemas.

Sin embargo, los cuatro hermanos habían encontrado un poco de paz haciendo lo que les gustaba. Desde las horas interminables de trabajo para Christopher, hasta la cocina para Ulises, pasando por el arte para Mary Kate y las apuestas clandestinas para Paul. Cada uno tenía su propio medio para escapar de la realidad y de sus traumas. Y no podía culparlos, porque yo hacía exactamente lo mismo. No consumía drogas ni era adicta al trabajo, pero mi falta de confianza y afecto hacían que buscara relaciones breves y superficiales. No era miedo al compromiso, era miedo a salir lastimada. Miedo a no ser suficiente. Miedo a no recibir la misma cantidad de amor que yo misma daría por el otro.

Llego al aeropuerto de mi ciudad pero no le aviso a nadie. Mi familia espera que vuelva en el jet privado de Christopher el lunes por la mañana, y voy a dejar que sigan creyendo eso. Me tomo un taxi una vez que recupero mi maleta y después de unos cuantos minutos llego finalmente a la puerta de mi apartamento. No habían transcurrido más que dos días y medio, pero sentía que habían pasado siglos desde que había dejado todo atrás para seguir los caprichos de un empresario ricachón. Subo hasta mi piso, me quito la ropa y me pongo algo más cómodo antes de pararme frente al refrigerador. No tengo nada para comer.

¿Qué debería hacer? Ya son un poco más de las nueve de la noche y no quiero molestar a Monique. Sin embargo estoy hecha un lío y me vendría bien contar con un abrazo apretado y unas palabras de aliento que me levanten el humor. Al fin y al cabo ella era mi única amiga.

Tomo mi billetera, mi teléfono y las llaves. Bajo rápidamente por las escaleras de mi edificio y salgo a la calle a paso ligero. Luego empiezo a caminar en dirección a su apartamento. Pero aprovecho para comprar dos hamburguesas con extra queso, helado de chocolate y una caja con seis latas de cerveza. Comida chatarra que alimenta el corazón y ahoga las penas.

No Te Enamores De Mi Donde viven las historias. Descúbrelo ahora