Capítulo 6

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-Briana -me llama mi padre desde el teléfono-. Necesito que vengas a mi oficina.

Asiento y me arreglo la falda. Ya pasaron unos cuantos días desde la carta documento del señor Hamilton y hoy va a venir a nuestro edificio para firmar el contrato y ultimar detalles con mi padre. Mentiría si digo que estoy tranquila. Todavía no supero el bochorno que hice en la reunión y los nervios que pasé durante la llamada sobre el correo electrónico perdido.

Mi meta es no cruzármelo mientras esté en nuestro edificio, aunque me conformo con apenas saludarlo para luego esconderme rápidamente en mi oficina. Pero trato de no pensar demasiado en eso. Estoy segura que la reunión va a ser entre ellos dos solamente y eso ya es motivo suficiente para no perder los estribos.

Golpeo la puerta tres veces y mi padre invita a pasar. Luego me siento frente a él y saco una libreta.

-Estoy lista -le aviso con un bolígrafo en la mano mientras espero a que empiece a hablar.

-De acuerdo -dice después de recostarse en su asiento y mirar hacia el techo, pensativo-. Hay que imprimir tres copias del contrato. Preparar la sala de reuniones con el agua y algunos aperitivos. Llamar al restaurante de Toni y reservar dos asientos para la hora del almuerzo. Y avisarle al resto de los empleados sobre la visita del señor Hamilton, lo más probable es que lo invite a recorrer las instalaciones.

-¿Algo más?

-No, eso es todo.

-Muy bien -digo mientras me levanto del asiento-. Voy a estar haciendo todos los pedidos de la lista. Si me necesitas para alguna otra cosa avísame. ¿De acuerdo?

-Gracias, cariño.

Le tiro un beso en el aire y dejo su oficina. Luego envío un correo electrónico a todo el personal para notificarles sobre una posible visita del señor Hamilton, y cuando termino me dirijo hacia la sala de recursos humanos. En aquella habitación se encuentra Sam junto a tres compañeras; Marta, Elena y Karen. Los saludo a los cuatro y me siento al lado de Sam mientras espero a que el contrato se imprima.

-¿Cómo has estado? -me pregunta.

-Normal -le respondo-. Ya sabes, lo mismo de siempre.

-¿Tus hermanos siguen dándote dolores de cabeza?

-Hablando de eso -le comento después de recordar nuestro almuerzo de la semana pasada-. Lamento mucho el mal momento que te hice pasar.

-No te preocupes -me responde y pone la primer copia del contrato en un folio transparente-. Si yo tuviera una hermana tan hermosa como tú seguramente me pondría igual.

Dice aquello y me sonrojo. De acuerdo, me considero una mujer atractiva, pero escucharlo de su boca y delante de otras personas hace que me dé un poco de vergüenza.

-Si algún día quieres salir y tomar algo conmigo sólo dímelo -me dice cuando las otras dos copias terminan de imprimirse.

Sus tres compañeras nos observan con curiosidad y asiento nerviosa antes de despedirme rápidamente de todos. Aquello había sido incómodo. Demasiado incómodo.

Camino por el pasillo con la cabeza en las nubes, haciendo un repaso mental de todas las cosas que me quedan por hacer. Y para cuando llega la hora de la reunión, ya tengo todas las cosas de la lista completas. Termino de poner unas botellas de agua y un arreglo floral sobre la mesa de la sala de reuniones y apoyo mis manos sobre mis caderas, supervisando que no se me pase ningún detalle. Pero todo se encuentra en orden.

Miro la hora en mi reloj y me acomodo el cabello hacia atrás. Quedaban diez minutos. Toda la calma que había sentido se esfuma de un plumazo y mis piernas vuelven a temblequear. No seas estúpida, Briana. Me digo a mi misma. Es sólo una reunión.

No Te Enamores De Mi Donde viven las historias. Descúbrelo ahora