Subimos las escaleras en silencio y lo primero que hago cuando entramos es quitarme los zapatos. Tengo los pies adoloridos e hinchados y hago una mueca de alivio en el momento que siento la fría madera del suelo de mi sala de estar. Paul se queda parado en el umbral de mi puerta y me observa expectante, como si tuviera temor de dar un paso más hacia adelante. Levanto las cejas con confusión y tiro las llaves sobre una pequeña mesita que se encuentra ubicada cerca de la entrada.
-¿No piensas entrar? -le pregunto en un tono burlón, aunque mi rostro sigue un poco apagado por mi conversación con Donovan minutos atrás.
-¿Creés que es una buena idea?
Me quito la chaqueta de Jack y la dejo apoyada sobre uno de los taburetes que rodean la mesada de mi cocina, luego levanto mi cabeza en dirección al joven.
-¿No eras tú el que había dicho que teníamos una conversación pendiente?
Paul asiente pero se rasca la cabeza con incomodidad. Suelto un suspiro cansado y me acerco a él a paso lento.
-¿Por qué has venido entonces?
Los ojos grandes y oscuros del arquitecto se abren de par en par y me observa con pánico, como si fuera un niño pequeño a quien le acaban de hacer una pregunta imposible de contestar.
-No lo sé...
-¿No lo sabes?
Me cruzo de brazos e inclino mi cabeza hacia un costado para estudiarlo con detenimiento. No estoy en posición de juzgarlo porque entiendo perfectamente cómo se debe sentir en este momento. Una parte de él quiere arreglar las cosas entre nosotros pero también le debe resultar difícil volver a hablar conmigo después de tanto tiempo.
-Vamos, entra -le digo con seguridad y tiro gentilmente de su camisa antes de que me arrepienta-. Si no quieres hablar, no hablaremos. Sólo bebe una taza de café conmigo y luego podrás irte. ¿De acuerdo?
-Lo dices como si tuvieras que convencerme de pasar tiempo a tu lado -responde y de pronto se encuentra demasiado cerca de mi-. Y ése no es el problema.
Trago saliva con dificultad al sentir el calor que su cuerpo desprende hacia mi dirección. Sin embargo trato de recomponerme y le sonrío con calma.
-Entonces lleva tu trasero hasta el sofá y espérame allí.
Termino de decirle aquello y me giro rápidamente hacia mi pequeña cocina para encender la cafetera. Cuando termino voy directo hacia mi habitación y antes de cerrar la puerta miro a Paul, quien ya se encuentra sentado.
-Me pondré algo más cómodo, ya vengo.
El arquitecto asiente y luego fija su vista en una de las ventanas de la sala de estar. Aprovecho aquella distracción y me encierro en mi pieza como si estuviera en aprietos. Apoyo mi espalda sobre la puerta y cierro los ojos con fuerza. Me había acostumbrado a su ausencia y ahora no podía creer que Paul estuviera en mi apartamento. ¿Era una mala idea? Repito para mis adentros al recordar su comentario antes de que lo obligara a pasar. No, no era una mala idea. Teníamos una conversación pendiente y a pesar de su repentina timidez él mismo había caminado hasta mi casa sin que yo se lo pidiera y a pesar de lo que le había dicho en lo de los Montgomery. Así que dejo de darle demasiadas vueltas al asunto y me quito la ropa sucia.
Cuando me siento lo suficientemente cómoda con algunas prendas más sueltas y cálidas salgo de mi habitación y sirvo el café en dos grandes tazas. Llego al lado de Paul y le paso una de ellas, y después de darle un rápido sorbo a mi bebida tomo asiento a su lado.
Al principio no sé qué decir, o cómo empezar una conversación casual. Sólo me limito a beber el café en silencio y él hace lo mismo. Cada tanto cruzamos miradas pero me arrepiento cuando sus ojos se posan sobre los míos porque aquello no hace más que ponerme nerviosa y eso es lo último que deseo. Sin embargo, cuando ambos dejamos nuestras tazas vacías, se genera un silencio que resulta insoportablemente incómodo, así que decido romper el hielo con alguna que otra pregunta inofensiva.
ESTÁS LEYENDO
No Te Enamores De Mi
Storie d'amoreBriana Torres es una hermosa y brillante joven que cambia su antiguo trabajo por un puesto como la secretaria de su padre en la empresa de construcción Torres y Asociados. Allí tendrá que pasar sus días soportando los celos y la intensidad de sus he...