Tomo un sorbo de mi botella y la dejo sobre la barra del bar. Después miro a Monique, que me observa con horror.
-Briana... ¿Qué estás haciendo?
-¿A qué te refieres?
-Te traje a este hermoso y elegante restaurante para beber unos cócteles y tú estás tomando una cerveza desde la botella. Creía que tenías más…
-¿Clase? -pregunto con burla-. Por favor, dame un respiro.
Mi amiga me mira con sus bellos ojos verdes y su expresión consternada me hace reír.
-No sé qué te causa gracia, eres una señorita. Deberías actuar como tal, o al menos intentarlo.
-¿Señorita? Monique, tengo veinticinco años…
-No hablemos de la edad -pide rápidamente.
Ella era dos años mayor que yo y le aterraba llegar a los treinta sin esposo e hijos. A mi la edad no me importaba, lo que sí me preocupaba era lo rápido que me estaba terminando la bebida.
-No voy a fingir algo que no soy -digo después de dar otro sorbo-. De chica quería casarme de blanco y tener muchos hijos. Pero el tiempo pasa y pasa y… pasa. Ahora simplemente me conformo con encontrar a alguien que me quiera y disfrutar de mi cerveza mientras espero a que eso suceda.
-¿Y si eso no ocurre?
-Entonces moriré solterona -contesto bromeando.
La verdad era que ya me había resignado a encontrar al pretendiente perfecto. Sobretodo cuando tenía un par de hermanos que espantaban a los pocos hombres que se me acercaban.
-A todo esto... ¿No tienes a nadie para presentarme? -le pregunto curiosa-. Quizás alguno de tus ligues tiene algún amigo disponible…
-No, no. Ni lo sueñes… Mis ligues son todos unos perdedores, por lo tanto sus amigos también lo son.
Suspiro desanimada.
-¿Sabes qué es lo peor? Donovan y Alexander tienen una lista extensa de amigos atractivos y exitosos. Si no fueran tan gilipollas ya podría haber salido con alguno de ellos, pero ni para eso sirven mis hermanos…
Monique empieza a reírse con ganas y me contagia el buen humor. Parecemos dos veteranas en plena crisis amorosa, y aquello era tan triste como gracioso.
-Por la eterna soltería -dice levantando su copa.
Copio su gesto y brindamos. Luego nos quedamos en silencio por unos minutos. Un hombre se sienta a nuestro lado y le pide una bebida al barman. Monique me hace una seña con los ojos para que lo mire; y como si fuéramos un par de adolescentes empezamos a reírnos y a chismear. No estamos borrachas pero alegres, y eso nos lleva a exagerar más nuestras expresiones.
No parece ser ni más joven ni más grande que nosotras. Tiene el pelo de un hermoso negro azabache y la piel blanca como la nieve. Viste un par de vaqueros, una camiseta y chaqueta de cuero, todo haciendo juego con su mismo color de pelo. Y huele delicioso, a jabón y tabaco. Fresco pero masculino.
Inclino mi cuerpo de manera inconsciente hacia él para olerlo mejor pero por desgracia pierdo la estabilidad. Con rapidez él hombre me sostiene y vuelvo a recuperar el equilibrio. Sonrío nerviosa. Demasiado nerviosa. Aquello fue innecesario. Le pido disculpas y me acomodo en mi asiento nuevamente. Luego le doy la espalda y pongo mi mejor cara de bochorno a Monique, que está colorada tratando de aguantar la risa. La miro y le suplico que se recomponga. Pero yo tampoco lo puedo soportar mucho tiempo más y rompo a reír junto a ella.
-Me alegra hacerlas reír -dice con pena sin dejar de mirar su bebida.
Ambas nos damos vuelta y volvemos a mirarlo.
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No Te Enamores De Mi
Любовные романыBriana Torres es una hermosa y brillante joven que cambia su antiguo trabajo por un puesto como la secretaria de su padre en la empresa de construcción Torres y Asociados. Allí tendrá que pasar sus días soportando los celos y la intensidad de sus he...