Capítulo 17

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La habitación se encuentra completamente a oscuras y lo único que escucho es la respiración agitada de Jack sobre mi oído y el eco de la música que proviene de afuera. Mis piernas siguen rodeando su cintura y mis brazos están aferrados a sus hombros. No puedo moverme, me duele absolutamente todo. Y hago una mueca de sufrimiento cuando el mejor amigo de Donovan retira su miembro de mi interior.

-¿Te duele mucho? -pregunta cuando observa mi rostro afligido una vez que mis pies tocan el suelo y mis brazos se sueltan de su agarre.

Asiento y cierro los ojos. Una puntada me atraviesa la entrepierna y siento que no voy a poder caminar por unas cuantas horas.

-Lo lamento, Briana -dice arrepentido mientras me besa el cuello y me acaricia la espalda con dulzura-. No fue considerado de mi parte.

Sus labios suben hasta mi mandíbula y se detienen en la comisura derecha de mi boca.

-¿Me perdonas, preciosa?

Vuelvo a asentir con la cabeza. Entre los intensos orgasmos y mi dolor físico soy incapaz de formular una oración coherente.

Jack me toma el rostro con ambas manos y comienza a besarme. Su cuerpo se pega lentamente al mío y se funden en uno solo. No es un beso lujurioso. Pero tampoco llega a ser inocente. Se siente bien, natural. Como el primer beso después de la primera cita.

Sonrío por dentro con ironía. Aquello estaba lejos de ser una cita y definitivamente podía asegurar que nunca tendríamos una. Pero no me importa. Jack me está besando de una manera tan hermosa que me hace sentir especial, aún sabiendo que para él no soy más que otra de las tantas chicas que se tira por diversión.

Sus labios se separan de los míos y me abraza rodeando sus brazos por encima de mis hombros. Luego apoya su barbilla sobre mi cabeza y nos quedamos unos minutos en esa posición hasta que decide hablar.

-Debería llevarte de regreso con tus hermanos pero tienes un aspecto terrible.

Suelto una risa vacía en su pecho.

-Lo lamento, pero es verdad -continúa y me aprieta más hacia él-. No vas a poder moverte con naturalidad y tienes una expresión de recién follada imposible de disimular. Donovan se va a dar cuenta apenas te vea.

-De acuerdo -respondo mientras escucho los latidos de su corazón-. ¿Qué hacemos entonces?

-Escabullirnos hasta la puerta de salida y buscar mi coche. Luego, cuando estemos lo suficientemente lejos, llamaré a tu hermano para dejarlo tranquilo.

-Me parece bien. ¿Dónde quieres que pasemos la noche? ¿En tu casa o en la mía?

Sus manos dejan de acariciarme y me mira con el rostro serio.

-No puedo quedarme contigo, preciosa. Tengo que volver aquí y terminar un par de asuntos pendientes.

-Oh, claro… Si… Por supuesto…

Mi voz intenta no sonar demasiado decepcionada y me separo de su abrazo rápidamente para buscar mi abrigo negro. No quiero admitirlo pero aquello se siente como una bofetada en la cara y la realidad me golpea sin aviso. El momento de íntima ternura que habíamos tenido minutos atrás no significa absolutamente nada, y tengo que recordarme a mí misma que sólo me he acostado con él.

Camino dos pasos y reprimo las ganas de soltar un pequeño gemido de sufrimiento. Las piernas, la parte más baja de mi abdomen y la entrepierna me duelen como los mil demonios. No tengo idea de cómo voy a hacer para bajar las escaleras.

El joven me quita el abrigo de las manos y me lo pone como si fuera una niña pequeña. Suelto un suspiro cansado. Exactamente eso es lo que debo ser para él. Una niña pequeña y caprichosa que sirve únicamente para un momento de adrenalina y morbo. Nada más.

-¿Estás bien? -me pregunta cuando me ata el cinto del tapado por la cintura.

No, por supuesto que no estoy bien. Lo deseo y a pesar de todos mis años de experiencia con el sexo opuesto me siento como una novata que pretende algo más que un simple revolcón con el mejor amigo de su hermano.

-Si, por supuesto -miento y levanto un muro de indiferencia y falsedad.

Luego le regalo una sonrisa que él cree que es sincera, pero está lejos de serlo. No voy a dejar que mi repentino enamoramiento infantil arruine la poca dignidad que me queda, y tampoco voy a dejar que él piense que aquello me afecta.

Actúa como si estuvieras hablando con Christopher o Paul, me digo a modo de ánimo. A ellos los tengo al margen y puedo separar el sexo de los sentimientos. Tendría que hacer lo mismo con Jack. O al menos intentarlo para que él lo perciba.

-Deberíamos irnos -digo mientras me arreglo el cabello y salgo por la puerta pero Jack me detiene y me levanta en brazos-. ¿Qué haces?

-No puedes caminar, menos vas a poder bajar las escaleras.

-Bájame, Jack -insisto-. No necesito que me ayudes, ya has hecho bastante por mí.

El joven vuelve a dejarme en el piso y me mira con el entrecejo fruncido.

-¿Qué te ocurre, Briana? Estás actuando de manera extraña. ¿Dije algo que te molestara?

-¿Briana? -la voz de Paul me toma por sorpresa. El joven sube las escaleras y se acerca a nosotros-. ¿Te encuentras bien?

Sus ojos oscuros me estudian con detenimiento y luego mira a Jack. Mis mejillas siguen sonrojadas y no puedo pararme derecha. El mejor amigo de Donovan, sin embargo, se ve impecable e imperturbable pero sería demasiado estúpido si Paul no se da cuenta de lo que pasó minutos atrás en la habitación ubicada a nuestras espaldas. Sin embargo no dice nada. Sólo me toma la mano y tira de mí.

-Vamos, te llevo a tu casa.

-No es necesario -interrumpe Jack poniéndose en el medio de los dos-. De eso me encargo yo.

-Ya hiciste bastante -contesta el arquitecto de mal humor-. Ahora vuelve allí abajo y ocúpate de tus propios asuntos. Briana se va conmigo.

Miro a los dos hombres y me muerdo el labio inferior. La tensión es evidente y me siento incómoda y fuera de lugar. Lo último que deseo es que empiecen a pelear o que aparezca alguno de mis hermanos.

-Paul tiene razón -comento para intervenir-. Tú tienes cosas más importantes que hacer.

Me aferro del brazo del joven pero Jack no parece dispuesto a dejarme ir.

-Briana, tú eres mi responsabilidad.

-Yo soy responsable de mis propias decisiones, no tú. Si mis hermanos preguntan por mí sólo diles que me dejaste en un taxi cuando salimos de la sala de apuestas.

-Briana…

-Gracias por cuidar de mí -le hablo por última vez mientras me sostiene la mirada, definitivamente no está contento pero no me importa-. Buenas noches, Jack.

Paul ve mi rostro incómodo por el dolor y me toma en brazos, casi exactamente igual a como lo había hecho el mejor amigo de mi hermano mayor.

Jack me observa con el entrecejo fruncido y las manos en puños mientras me alejo de su cercanía. Luego rodeo los hombros de Paul con mis brazos y escondo mi cara en su cuello. No tengo deseos de que alguien más me reconozca. Lo único que deseo es salir de allí lo antes posible para evitar que ocurra otro desastre.

No Te Enamores De Mi Donde viven las historias. Descúbrelo ahora