Capítulo 48

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POV: Jack

Salimos de la sala y le tomo la mano a Briana para bajar hasta el primer piso a paso rápido. El corazón me late con fuerza y mi cabeza es un auténtico caos sin embargo no me detengo, porque lo único que deseo en este momento es subirme al coche y alejar a la mujer que amo de ese asqueroso lugar.

Briana es intuitiva y no me hace ninguna pregunta ni cuando dejamos la casa de los Montgomery ni cuando hacemos el viaje de regreso al club. Sé que mi silencio puede darle más preocupaciones que certezas, pero no me siento lo suficientemente preparado para hablar.

Lo que acabábamos de hacer había sido un paso demasiado importante, no solo para ella, sino también para mí. De todas las mujeres con las que había salido formalmente ninguna sabía de mi peculiar fetiche y para ser sinceros jamás me había tomado la molestia de contárselo a nadie porque sabía que lo que tenía con ellas no iba a durar.

Pero con Briana era diferente. La hermana de mi mejor amigo había sido la primer mujer por la que tenía sentimientos reales y lo último que quería era que se alejara de mí por mis gustos sexuales. Todo este tiempo me había asegurado de mantenerla apartada de ese lado particular que tanto me esforzaba por esconder. Y Briana no sólo estuvo dispuesta a preguntar, sino que hasta me había sugerido la idea de participar de una maldita sesión.

Maldita sesión, repito para mis adentros mientras conduzco por la carretera. Lo que antes me fascinaba ahora me daba miedo. Porque muy en el fondo me aterraba no saber lo que la joven pensaba de mí. Y el hecho de que ella disfrutara de aquello tanto como yo abría un sinfín de posibilidades de las cuales no estaba listo para enfrentar.

Aprieto mis manos al volante y fijo mi vista hacia adelante, obligándome a dejar de pensar en el tema por un buen rato. Briana se encuentra a mi lado y sé que me está mirando con precaución. Intento relajar mis hombros y apoyo mi mano libre sobre sus muslos, como si se tratara de una urgente necesidad. La joven parece adivinar mis pensamientos y pone sus manos encima de la mía, para que su calor me tranquilice al menos por un par de minutos hasta que estacionamos en la acera de mi club.

Me bajo del coche y le abro la puerta, luego la ayudo a salir y la cubro con mi cuerpo para que nadie vea su ropa interior apenas cubierta con el pedazo de tela al que llama vestido. Cuando finalmente queda de pie frente a mí me doy cuenta que aún mantiene sus mejillas sonrojadas y su pecho sube y baja por la excitación de todo lo que había vivido unos minutos atrás. Me muerdo el labio inferior con molestia y la tomo de la mano para entrar. Sabía que ella no tenía la culpa pero yo también me encontraba igual de excitado y tenía que distraerme con otra cosa para que no la siguiera cagando.

-Espérame en mi despacho -le pido y le suelto la mano de manera abrupta-. Subiré en unos minutos.

Briana asiente con expresión triste y sube las escaleras sin reprocharme absolutamente nada. Aquello me descoloca y me doy cuenta que mi silencio probablemente no sirvió de ayuda. Y que tendría que haber sido al menos un poco dulce con ella para que no sacara conclusiones precipitadas.

Maldigo para mis adentros más cabreado que nunca y me encamino hasta la pista de baile para hacer un chequeo general. Son casi las diez de la noche y el club se encuentra lleno. Las personas bailan animadamente y los clientes del sector vip disfrutan de sus bebidas mientras hacen sociales. Qué va. Lo mismo de todas las noches. Las escenas se repiten y parece que estoy en una secuencia que no tiene fin. Sin embargo, me detengo a ver a un par de chicas que se mueven al compás de la música. Una de ellas lleva un vestido bastante similar al de Briana y no puedo evitar pensar en su cuerpo desnudo.

Trago saliva con fuerza y niego con la cabeza. Hacía más de un mes que no teníamos sexo y ya no recordaba la sensación de sentir su piel sobre la mía. La extrañaba. Realmente la extrañaba. Pero este tiempo de abstinencia la estaba ayudando a pensar con más claridad y podía dar fé de todos los cambios positivos que Briana estaba teniendo gracias a las terapias y al tiempo a solas que la psicóloga le recomendó pasar. No importaban mis deseos. Tampoco importaba lo que yo quisiera o necesitara. Briana necesitaba sanar y yo iba a hacer lo que fuera necesario para contribuir a su crecimiento personal.

No Te Enamores De Mi Donde viven las historias. Descúbrelo ahora