Capítulo 3

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Me bajo del taxi hecha un desastre. Son las nueve menos cuarto de la mañana y estoy llegando tarde a trabajar.

-Buenas noches, cariño.

Entro al edificio y una muchacha pelirroja, atractiva y muy risueña me saluda irónicamente desde el otro lado del mostrador. Le muestro el dedo corazón como respuesta y Monique esboza una sonrisa de fingida sorpresa.

-¿Así saludas a tu mejor amiga? Briana, cielo… Qué modales tienes…

-No me hables de modales, que todavía no te perdono lo que me hiciste ayer con Sam -le reprocho.

-No tengo la culpa de querer ayudar a un hombre enamorado -bromea y me abraza fuertemente cuando llego a su lado.

Acepto el abrazo de mala gana. Monique había tenido la brillante idea de desaparecer mágicamente a la hora del almuerzo para que Sam pudiera tener la oportunidad de invitarme a salir.

-Bueno, por tu culpa Donovan me montó una escenita de celos en pleno restaurante -digo con molestia y me cruzo de brazos con impaciencia-. ¿Alguna novedad?

-Unas cuantas -contesta divertida y mira la hora en su reloj-. Pero vete a trabajar antes de que alguno de tus hermanos venga a por tí.

-De acuerdo. Hablamos luego.

Le tiro un beso en el aire mientras entro al elevador prácticamente corriendo. Cuando se cierran las puertas me veo en el reflejo de mi teléfono y me arreglo el cabello lo mejor que puedo. Llego a nuestro piso y me voy directo hacia la oficina de mi hermano mayor, saludando a la mayoría de mis compañeros en el trayecto. Impuntual pero educada, siempre educada.

Golpeo la puerta dos veces antes de entrar y me responde rápidamente para que entre de una vez.

-Buenos días, Donovan.

-Buenas tardes querrás decir…

El tono burlón en el que me lo dice logra molestarme. Sabe que detesto la impuntualidad pero no puedo defenderme. El muy maldito tiene razon. Complacido por mi reacción se levanta con una media sonrisa torcida en su bello rostro y me abraza.

-Estaba bromeando, peque.

Me separo de su abrazo y me siento en su escritorio. Fascinada, contemplo el enorme ventanal que decora el despacho.

-La vista desde aquí es espectacular, Donovan. Siempre que vengo lo digo, pero es la verdad. Todavía estoy tratando de averiguar cómo has hecho para quedarte con el mejor despacho sin que papá te diera pelea.

Se coloca a mi lado con las manos en sus bolsillos mientras observa junto a mi la maravillosa vista panorámica de la ciudad.

-A veces puedo ser muy persuasivo e insistente. Al fin y al cabo papá me hizo socio por ése motivo.

Lo observo mientras habla. Su perfil es sereno y sus hombros están relajados. Está feliz y despreocupado. Sin dudas ama lo que hace. Le gusta el poder y los negocios. Éste trabajo le sienta de maravilla.

-Estoy orgullosa de tí -le suelto de repente.

Donovan se gira para verme directamente a los ojos y me despeina con su mano libre.

-Yo también estoy orgulloso de ti, peque -responde y después de unos minutos eternos vuelve a fijar su vista sobre el ventanal-. Lamento lo de ayer.

-No, no lo lamentas -murmuro animada, conocía demasiado bien a mi hermano y sabía que a esta altura de la vida no iba a cambiar.

-Es verdad, no lo lamento -contesta y ambos sonreímos-. De todas maneras agradecería que te mantuvieras alejada de Fitcher.

-Sam es un buen chico, Donovan.

No Te Enamores De Mi Donde viven las historias. Descúbrelo ahora