La seño Ana era para mí tan hermosa. Yo nunca había visto el cuerpo de una mujer desnuda. Muerta, sí. Pero como yo había seguido creciendo y la seño Ana no, de a poco nos íbamos acercando a la misma edad. A veces nos sentábamos y hablábamos. Nunca le pregunté: «¿Quién te llevó?», porque si en mi sueño Ana estaba viva, yo tenía miedo de que al decirle algo sobre eso también ahí se pudiese morir. Pero una vez, mientras hablaba sentada al lado mío, me agaché, junté tierra de abajo de ella y probé un poco. Me miró espantada. Dijo que no lo hiciera más porque estaba prohibido. Así había sido siempre ella para nosotros. «Está prohibido subirse al árbol porque te podés caer». «Está prohibido correr porque te podés golpear». Me reí. Pero después de tragar tierra de sueños y de ver lo poco que había visto, supe que Ana tenía razón, que mejor no, que por algo estaba prohibido.

ESTÁS LEYENDO
COMETIERRA - Dolores Reyes
AcakA la memoria de Melina Romero y Araceli Ramos. A las víctimas de femicidio, a sus sobrevivientes. tú que solo palabras dulces tienes para los muertos LEOPOLDO MARÍA PANERO Nadie sabe lo que puede un cuerpo. BARUCH SPINOZA