Por más que amenacé con tirarle también la puerta del baño, no me abrió. Me corrio y me dijo que se hacia tarde para la cena, que me diera nuevamente un baño porque seguro olia a sexo. La verdad es que la cabeza me empezó a doler y opte por hacerle caso.
Luego, a solas, va a tener que enfrentar lo que me ha hecho.
Me he entallado otro fino traje y he bajado para encontrarme a Joon y a Rusell en el salón.
—Juro que voy a partirle el alma—comento y busco la cantina para servirme un trago. Dos, tres, y me bajan como agua.
—Math, le apuntaste a la cabeza.
Me dice Joon cuando se me acerca, pero le hago una seña con la mano que espere.
Me sirvo el cuarto y me lo bebo de una. Dejo el vaso a un lado, lo miro y le digo:—Ese condenado diablillo, no se saldrá con la suya. A mi nadie me va a echar de mi casa. Y no te preocupes, no me dejo dispararle.
—Lo supusimos, se pudo escuchar hasta aca el poder del convencimiento que Henry tiene sobre ti—eleva una ceja con picardia.
—Eso fue un momento de debilidad. Pero ya tendrá que enfentrase y darme la cara por lo que me ha hecho. El no puede echarme de mi propia casa, quitarme todo asi nada más. ¡¿Con que derecho?! ¡¿Quién se cree que es?!
—De echo—habla Rusell parado a medio salón. —Hay una forma de disolver ese contrato señor Fridman.
— ¿Cuál? —le presto atención.
—Pues vera…
— ¿Aun sigues en mi casa? —aparece Henry bajando las escaleras.
Porta un traje negro, uno de los más costosos de temporada. Uno que ha decorado con una de mis más finas corbatas. Lleva mis mancuernillas de oro, las que tienen mis iniciales.
¿Se ha peinado como yo?—Vaya…
Es lo único que sale de la boca de Joon que se ha quedado impresionado con la imponente presencia de Henry que baja las escaleras con un porte que en serio, ni yo.
Cuando llega al último escalon, me mira con menton en alto, y me dice:
—Si no se va, le echo a patadas. Ya se lo dije—de nuevo me habla de usted y me mira con arrogancia. —Joon, saca a Rusell de mi casa.
—No hace falta, yo me voy solito—Rusell parece no tener color en el rostro. Me mira y me dice: —Permiso señor Fridman.
—Hasta lue…
—Propio Rusell—me interrumpe Henry.
Miro a Joon y este me dice:
— ¿Qué? El es también el señor Fridman.
— ¿Qué te pasa? ¿Estas de su parte?
—No estoy de parte de nadie, pero admite que se ve uf. Y quieras o no—se encoje de hombros—, es el señor Fridman. Ni más ni menos.
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𝓜𝓪𝓽𝓱 𝓕𝓻𝓲𝓭𝓶𝓪𝓷
Teen Fiction(Trilogía de Math Fridman) Novela LGBT Vol. 1 ¡MUY PRONTO EN FÍSICO! Un mafioso hijo de puta con gustos un poco perversos. Un jovencito de malos modos, repartidor de periódicos de día, y mesero de noche. ¿Qué tienen en común? Uno cumplir con su par...