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¿Debo pedirle perdón por lo que le hice? No lo creo, él se lo busco

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¿Debo pedirle perdón por lo que le hice? No lo creo, él se lo busco. No debió ir a revolcarse con ese par de zorras en quién sabe dónde y exponerse ahí afuera sin custodia para que ese pendejo de Petrov le haga algo usando a su gente. Joon aún no tiene nada, mi gente sigue moviéndose con sus contactos para averiguar algo, lo que sea. Aunque es extraño que no he recibido llamadas de amenazas de ese imbécil. Algo grande me prepara y lo sé, no se calman sus aguas así nada más.

La puerta de mi oficina se abre y el señor Miller con mi lindo esposo se adentran. Lo he llamado muy temprano para reportarle lo que su hijo me ha hecho y se dejó venir a la velocidad de la luz. Subió a buscarlo a la habitación muy enojado. Los gritos por toda la casa se escucharon desde que llego. Tremenda regañada le ha dado. Se lo merece.

-Señor Fridman-el hombre habla primero. Cierro mi laptop y le presto toda mi atención. -Henry tiene algo que decirle. Les dejo solos y espero que puedan solucionar esto, déjeme decirle que me siento avergonzado por lo que mi hijo ha hecho. No es de un Miller haberse comportado de esa manera. Esperare afuera.

Sin decir más se retira cerrando la puerta. Mi pequeño tiene la cara hecha mocos y sus lindos ojos que me gustan tanto, todos llorosos. ¡Bien por mi suegro! Ese hombre es genial, si no puedo domar a mi esposo yo solo, su padre me ayudara. Aunque, no me gusta verlo que llore, eso no me agrada. Me supera maldición. Debió regañarlo muy feo. ¡Pero es que se lo merecía! Condenado niño lindo que me saca canas verdes.

- ¿Vas hablar o te quedaras ahí mirando el suelo?

Levanta sus ojitos y me mira. Hay mierda, como quiero correr a sus brazos y besarlo, es tan lindo el condenado cuando esta así de sensible. Tan pasivo y apetecible para joderlo.

-Lo siento mucho. No debí comportarme como lo hice anoche. No era necesario que llamara a mi padre. Mis acciones fueron malas y lo reconozco.

-Si llame a tu padre es porque quiero que te quede claro que no pienso permitir ni una estupidez más de tu parte. Saltarte la ventana como un delincuente, intentar arrollar a los chicos de la guardia, ir a revolcarte con zorras no solo no es de un Miller. Eso no va con mi esposo, el señor Fridman de esta casa. ¿Cómo quedo yo? como un pendejo al que su esposo el rebelde sin causa se lo pasa por la bragueta.

Baja de nuevo la vista y lloriquea. ¡Que no me gustas que llore joder! Toma la orilla de su camisa de pijama y juega con esta entre sus dedos. Es tan nene cuando llora con su lindo pucherito adorable que venga joder, muero por besar. Verlo así me pone en un dilema por ir a su lado y comérmelo a besos o seguir regañándole. Lindo que es, tan dulce e inocente que a cualquiera puede engañar pero como sospecho que algo trama pues no le creo. Como deseo que en verdad no mienta.

Me pide perdón una y otra vez pero sigo insistiendo que no le creo nada. Le digo lo mentiroso que es y qué sé algo grande trama. Jura y perjura con llanto que no es así. Que en serio está arrepentido, que mintió con lo de haberse acostado con las chicas esas con las que salió, que estuvo toda la noche en casa de una de ellas del otro lado de la ciudad pero que no las toco. Que solo fue una bromita que me gasto y que se hizo un tatuaje por que perdió una apuesta con las susodichas.

𝓜𝓪𝓽𝓱 𝓕𝓻𝓲𝓭𝓶𝓪𝓷 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora