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Se ríe porque lo he llamado lindo

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Se ríe porque lo he llamado lindo.

-Bueno...gracias, supongo-me mira y ríe nervioso.

-Es en serio Henry-me acerco decidido frente a frente. Es ahora joder. Solo...solo debo decirlo y ya.

-Ok-me mira con recelo, reclinado en la barda del balcón sin mover un musculo. -Creo que está muy ebrio y ahora...ahora...

- ¿Estoy invadiendo tu espacio personal?-asiente con los ojos muy abiertos. Creo que ahora si es consciente de la forma en que lo estoy mirando. -No tienes idea de cuánto deseo invadir tu espacio personal. No te lo imaginas Henry.

- ¿Qué...qué le pasa? ¿Se...se siente bien?-tiene que poner una de su palmas en mi pecho porque estoy a nada de saltarle encima.

-Pasa que no puedo más con esto. No duermo por tu culpa, no como bien pensando en ti todo el día, no te imaginas como me traes niño tonto-lo apreso colocando mis manos en la barda del balcón encerrandolo, encimándome más sobre su cuerpo.

- ¿De...de qué habla? ¿Por qué...porqué me dice todo eso?

- ¿No es obvio niño tonto? Me gustas Henry Miller, y mucho. No tienes idea de cómo me pones. No te imaginas lo que provocas en mi.

Abre tanto sus ojos que parecen se saldrán de sus cuencas. Ahora es justo cuando pone su otra mano en mi pecho. Teniendo ahora ambas palmas en mí, evitando me acerque más.

Tonto. Soy más grande y fuerte que él.

-No...no puede ser. Usted...usted está ebrio. No puede...no puede hablar en serio. No bromee conmigo-me intenta empujar pero no logra moverme en lo más mínimo. -Usted está muy borracho.

- ¿Quieres que te demuestre que no miento? ¿Quieres que te muestre en realidad quién soy? Pues bien, te lo demostrare Henry-sin esperar que responda a algo más, lo tomo entre mis brazos apresándolo de la cintura para girarlo y estrellarlo en el muro que está a un lado.

- ¡Suélteme! ¡¿Qué...qué cree que hace?!-forcejea empujándome del pecho pero yo ya estoy muy caliente desde hace mucho. - ¡Suelteme!

-Voy a meterte mi alma por la boca niño.

Escorado entre el muro y mi cuerpo, una de mis manos se queda aferrada con fuerza bruta en su diminuta cintura y la otra la llevo a su cabeza, detrás de esta para sujetarle los cabellos en un puño levantando su cabeza para que su bonita boca me reciba. Lo sujeto tan fuerte que se queja.

- ¡No...no se atreva!-me empuja cuando mi boca va en busca de la suya pero no logra más que seguirme calentando. -No vaya a...

Estampo mi boca a la suya de forma violenta. Con hambre, deseo y lujuria. Con ganas de follarle cada rincón de su virginal boca. El primer hombre que prueba sus labios. Me atrevo a decirlo y me siento orgulloso de ser yo el primero.

𝓜𝓪𝓽𝓱 𝓕𝓻𝓲𝓭𝓶𝓪𝓷 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora