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—Gracias Sebastián, el desayuno ha estado exquisito—agradezco a este y asiente  para levantar las cosas de la mesa en su bandeja

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—Gracias Sebastián, el desayuno ha estado exquisito—agradezco a este y asiente  para levantar las cosas de la mesa en su bandeja.

—Me alegro mi señor. Siempre es un placer darle gusto a su paladar.

—La felicidad de tu señor tiene nombre Sebastián—la voz de Joon se hace presente cuando aparece en el comedor con unos papeles en mano.

Sebastián ignora lo dicho por este y gira en sus talones para retirarse. Es un hombre que no se mete en lo que no le importa.

—Así es, mi felicidad tiene nombre así que no me amargues el día. ¿Qué tienes ahí?

—Pues lamento joderte el día. La interpol nos jode ahora—estrella los papeles frente a mí en la mesa. Se sienta a mi lado en la silla.

— ¿Qué?—lo miro a ojos muy abiertos. — ¿La interpol?—lo escuche bien pero simplemente no lo creo. Esos hijos de puta andan buscándome la sombra pero no me ha podido comprobar nada.

—Alguien soplo la dirección del intercambio del cargamento anoche y bingo. La interpol nos envió unos hijos de puta con uniforme. Por suerte un sapo nos avisó y tuve que mover la mercancía en la madrugada. Un sapo más grande les soplo a ellos. Quien sea tiene poder y contactos gordos.

— Ellos…ellos no tienen pruebas de nada para comprobarme todo lo que dicen—abro la carpeta. Veo en los documentos y es una larga lista de nombres. —¿Y esto que mierda es?—le miro molesto ahora.

El desayuno se me ha jodido.

—Ve esa lista con detenimiento y dime que nombre encabeza la jodida lista y tendrás la posible respuesta. Esos son los nombres de todas las personas que se les vio rondando el hangar en esta semana.

Haciendo caso a lo dicho, mis ojos se clavan en la lista viendo el nombre de Philip Jetro.

Hijo de puta.

— ¿Dónde está ese infeliz?

—Te espera en la oficina. Lo acabo de pasar,  tengo todo listo.

Dicho esto me levanto y voy haya.

Voy a matarlo.

Joon me sigue dándome indicaciones de todo lo que ha hecho para poder tomar control de la situación. Jetro no me vera la cara, Joon no lo va a permitir nunca.

Cuando entro a la oficina mis hombres lo tienen sentado frente a mi escritorio.

—Jetro, que gusto tenerte aquí tan temprano—sarcástico evidente soy y el tiembla apenas me ve. Me reclino en el escritorio y me cruzo de brazos. —¿Qué has hecho pequeño travieso?

Me mira y traga duro.

Siendo sincero me importa un puto carajo que mis hombres lo hayan golpeado y tenga la cara echa un desastre.

𝓜𝓪𝓽𝓱 𝓕𝓻𝓲𝓭𝓶𝓪𝓷 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora