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Cuando abro mis ojos uno a uno, estoy en mi habitación. Miro a mi lado y veo que estoy solo.

Eso es bueno.

Creo que no hice estupideces anoche.
Yo jamás amanezco con nadie en mi cama. Nunca. Prohibido. Eso es intimar de más y no está permitido.

No yo.

Me siento en la cama y me revuelvo el pelo. La fiesta que arme anoche en mi sala con esos nenes estuvo súper. No recuerdo como subí a mi cuarto pero bueno, Joon está para eso. Para resolver esos detalles.

Me levanto solo en bóxer y busco el baño.

Una buena ducha con agua caliente. Hoy no quiero la tina, solo quiero quitarme este olor a sexo.

Me enjabono muy bien, disfrutando del placer que me da el agua caliente, enjabonándome. Solo relajándome.

Termino y me enjuago. Tomo la bata para ponérmela, me aseo en el lavabo.

Una vez frente  a mi closet, opto por un traje azul marino. Hoy el cielo está algo nuboso. Tal vez llueva.

Me cambio, me perfumo, me peino y listo, bajo.

Cuando llego al comedor Sebastián con Joon me reciben. Joon casi no es de desayunar conmigo pero suele tomar café a mi lado.

—Buenos días—saludo y tomo mi lugar en la cabeza de la mesa.

—Buenos días Math—saluda Joon ojeando el periódico. — ¿Qué tal dormiste?

—Como un bebe. ¿Qué dicen las noticias?

—Nada importante. La misma mierda de siempre.

— ¿Qué horas son?

—Siete de la mañana. ¿Qué quieres que te agende? Hay muchos pendientes hoy.

—Nada, solo llámale a Jetro y dile que necesito verlo pasado mañana en el mismo café de siempre—asiente y decido tomar mi desayuno mientras me cuenta un poco de los negocios y de cómo van las cosas.

De pronto el timbre de la puerta suena y Sebastián se encarga de ello.

—Joder, llueve con ganas—comenta después de bajar su café de sus labios.

—Ya viene el invierno Joon—comento yo picando la fruta de mi plato. — ¿Ya le hiciste tu carta a santa?—lo miro y se ríe.

—Jodete Math.

—Señor Fridman—Sebastián me llama y le miro parado a medio salón del comedor.

— ¿Qué pasa Sebastián? Sabes que no me gusta que me molesten cuando desayuno.

— ¿Ni…ni siquiera yo?—Henry aparece detrás de Sebastián hecho una sopa. Escurriendo agua y temblando de frio. —Acepto señor Fridman. Acepto su trato.

—Venga—susurra bajito Joon. —Felicidades Math—y se levanta de la mesa llevándose su café.

Así es.

Felicidades a mí.

Siempre consigo lo que quiero.

Soy Math Fridman y nadie me dice que no.

Dejo mi desayuno y ordeno me acompañe a mi oficina.

Una vez cierro la puerta me siento en la esquina de mi escritorio y me cruzo de brazos. Lo veo frente a mi todo mojado y temblando de frío.
Tan sexy con esa jodida cara todo mojado, con sus cabellos en su frente.

Viste unos Jeans mezclillas, una polo negra con un suéter gris de gorro y sus viejos zapatos que escurren agua y mojan mi costosa alfombra pero venga…que mierda importa.

Es Henry.

—Habla. Te escucho Henry.

Lo veo tragar duro y llevar sus manos a sus bolsillos del pantalón. Me mira fijo a los ojos.

—Acepto su propuesta.

— ¿En serio? ¿Estás seguro?—mierda sí. Que bien, genial bebé.

—Si lo estoy—asiente seguro de su respuesta. —Usted…usted dijo que puedo pedir lo que quiera. ¿Cierto?

—Así es y lo sostengo. Pídeme lo que quieras y lo tendrás.

— ¿Lo que sea?

—Lo que sea Henry.

—Son solo tres cosas que quiero.

—Adelante.

Se saca del bolsillo del pantalón un folleto algo mojado y me lo entrega.

Lo tomo y lo veo.

— ¿Jean Piaget?—leo y le miro.

—Quiero estudiar mi último año de universidad ahí. Me han dado de baja en la otra universidad porque no pague a tiempo y quiero terminar mis estudios. Quiero ser profesor de preescolar. Ese es mi sueño. ¿Puede conseguirme el último año en esa universidad?

—Si puedo. Tengo amigos.

—Cuando tenga el comprobante del pago de mi matricula llámeme y vendré. Yo…yo entrare a…a…a su cama.

Esto lo estoy disfrutando más que cuando le quito la vida a un enemigo. Su bonita cara toda mojada, es un puto poema que gravare en mi memoria por siempre.

— Déjame llamar y que quede listo de una vez—me levanto del escritorio y hago un par de llamadas en altavoz. Quiero que corrobore que es cierto y que le quede claro que soy un hombre de palabra.

Mierda…esto es increíble. Saber que será mío por fin.

La sensación de gozo es maravillosa.

Una vez termino con ese par de llamadas, me acerco, lo rondo me relamo los labios. Lo miro de pies a cabeza y huelo sus cabellos. No se mueve de su lugar, esta echo una estatua.

—Listo, ya escuchaste que debes llevar mañana tus papeles en original para sellarte y serás un alumno de esa prestigiosa universidad. Dirás que vas de mi parte—parado detrás de él, susurro en su oreja.

Dios, que bien huele aun estando mojado.

A manzanilla.

—Increíble lo que puede conseguir. ¿Cierto?

—No te imaginas—rozo mi nariz en su oreja y tiembla. Mi vida, que lindo. —Dijiste que son tres cosas que quieres, ¿de qué van las otras dos?

Le pongo un beso en el hombro, sobre su suéter mojado. Verlo que tiembla cada que lo toco me gusta.

—Prométame que...que cumplirá mi pedido.

¿Qué? ¿Qué rayos va  a pedirme?

Me paro delante de él ahora  y le miro curioso de brazos cruzados.

—Te dije que sí. Que puedes pedirme lo que quieras y te lo daré.

—Júrelo—me mira con el mentón en alto. Condenado orgullos muchacho del demonio.

—Te lo juro Henry. Soy un hombre de palabra. Sostengo lo dicho.

— ¿Es un trato señor Fridman?

—Es un trato Henry. Acatare tu pedido.

—Conste...número dos; después de que salga de su cama, usted no volverá a buscarme nunca más. Se olvidara de mí.

—Está bien.

Acepto. No lo quiero para casarme, solo es sexo y ya.

—Número tres; no me bese en la boca. No lo haga. Mi boca, mis besos son para mí ahora novia.

Mierda.

— ¿Insistes en ser novio de esa idiota?

—Eso es algo que no le compete a usted. Haga de mi lo que quiera, no me bese, no me busque luego y fin del asunto. Esto jamás paso. Yo estudiare, me graduare, tendré un trabajo digno, me casare, tendré una familia y seré feliz. Usted jamás paso por mi vida. Nunca le conocí. Esto jamás paso señor Fridman.

Maldición.

Eso de no besarlo me molesta. Yo en serio quería comerle a besos su linda boquita preciosa.

Mierda.

Ok.

Está bien.

Solo es sexo. Solo es sexo, sexo y nada más. Joderlo y no lo vuelvo a ver.

Adelante.

—Está bien Henry. Acepto. Ahora que tú has hablado hay algo que quiero mostrarte. Ven—lo tomo del brazo pero se sacude mi toque. Rio y niego con la cabeza.

No sabes lo que te espera.

Me sigue detrás y lo llevo al fondo de la casa. Al pasillo junto a la alberca. Me paro frente a la puerta negra y me mira curioso.

—Los que han entrado a esta habitación—señalo con el mentón la puerta. —O me odian o me aman. El Math Fridman que tienes frente a ti, no es lo que veras ahí dentro. Ahora te pregunto, ¿de verdad quieres hacer esto?

Disfruto esto. Que me lo confirme a la cara me hace feliz.

— ¿No va a matarme?

—No.

—Entonces acepto. Si…si quiero hacer esto.

—Tú dime cuando.

—Mañana. Yo…yo vendré mañana en la noche.

Me acerco decidido y da un paso atrás.

Soy un hombre de palabra, por mucho que quiera besarlo, debo cumplir mi promesa maldición.

Llevo mis labios a su mejilla y pongo un beso. Un tibio y cálido beso sobre su fría y húmeda piel.

—Hasta mañana Henry.

Me mira con sus ojos bien abiertos en esa cercanía.

—Hasta mañana señor Fridman.

Y sale de mi contacto para retirarse.



—Presly 💜

𝓜𝓪𝓽𝓱 𝓕𝓻𝓲𝓭𝓶𝓪𝓷 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora