Capítulo 24

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Killian.

Ayer estaba loco. Si, definitivamente estaba loco como para poner mi vida en manos de la japonesa, tan solo recordarlo hace que mi corazón bombee a más velocidad, mi dedo en su coño mientras ella conducía a toda velocidad. Sonrió ante el recuerdo y vuelvo a afirmarlo.

«Estoy loco»

Igualmente no me arrepiento de nada, si con eso logró volver a conducir. Me encuentro pensando que lo volvería a hacer si ella me lo pidiera, volvería a subir a ese auto y repetir el mismo proceso aunque eso nos llevará a la muerte a ambos.

Dejo mi auto en el estacionamiento y me dirijo a la central usando mi tiempo en la misión de hoy.

Hablo por teléfono mientras juego con un bolígrafo en mi mano, los demás están hablando entre ellos esperando a que les dé órdenes para la misión del día de hoy. Cada uno está en lo suyo, no hay necesidad de que les esté gritando para que hagan sus deberes, ellos saben que tienen que hacer y que no.  Y es por eso que agradezco que no me hagan el trabajo tan difícil como pensé que sería cuando Armin estaba de ministro en esta central.

Armin no fue el mejor ministro en su época. Explotaba y se aprovechaba de que era el máximo jerarca en ese momento para tratar a los de puestos inferiores como le daba la gana. Nadie podia cometer un minimo error porque Armin los enviaba a entrenamientos fuertes, e incluso castigos como tortura, los humillaba, les prohibia comer por cierto tiempo y les eliminaba el pago. Puedo decir que yo era uno de esos. Pasaba humillaciones, torturas y miles de entrenamientos bajo lluvia y sol. Desde muy niño ese ha sido mi proceso de vida. Tuve problemas alimenticios solo para satisfacerlo. Era eso o ganarme más golpes de lo que puede recibir una persona normal.

Muchos se rindieron bajo su mandato. Las centrales tuvieron un tiempo oscuro: El revuelto de los generales.

Cuando tome el puesto, envíe cartas a sus direcciones y muchos de ellos volvieron, otros ya estaban en la edad del retiro y decidieron quedarse en ella, pero no dudaron en enviar a sus hijos. Jasper fue uno de esos hijos.

—Tendrá respuestas en menos de cuatro horas señor ministro—Salgo de mis vagos recuerdos, y escuchó atentamente al hombre del otro lado. Afirmó de acuerdo con ellos.

Encargó a uno de mis más fieles hombres todo tipo de armas y cuchillas. Porque se que las necesitaremos si lo que mandé a investigar es verdad.

—No me falles, Dalton—Cuelgo la llamada—. Ahora, a lo que vinimos—Todos se callan y se ponen a trabajar, observando el gran mapa que yace frente a nosotros. Ross lo examina detenidamente sin que nada se le escape.

Ella es minuciosa, y una de las mejores en mis filas.

Jasper ve la tableta que hay en sus manos, esperando cualquier indicio de  movimiento de parte de los sirios, quienes en estos últimos meses se han vuelto un grano en el culo. Ellos han ayudado demasiado a la mafia italiana y alemana a transportar las drogas, armas y mujeres (trata de blancas).  Tienen  burdeles por toda Italia y Alemania. Ambos países están inundados a través de burdeles, después de Siria claro. Mis infiltrados me han estado informando que están pensando en trabajar con niños. Hicieron que llegue a mis límites, por eso voy a joderlos.

De que se acaba hoy, se acaba.

—Bien. Los burdeles que más les generan ingresos y están usando de tapadera. Son el Black Palace y Black Castle; ambos están en su mejor momento en varios países de Europa y Asia. Los sirios han sabido cómo expandirse por varias partes del mundo.

Que mencione Asia, hace que mi mente viaje a una mujer. Una terca, que me tiene fuera de mi.

—Los italianos y Alemanes sólo meten las manos cuando el negocio es traficar armas y drogas. Hasta ahora no tienen delitos de pedofilia y trata de blancas— Nos informa uno de los capitanes, al lado de Ross.

Contra las Reglas. (+21) Editando.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora