Capitulo 12.

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Caer...

Akira

Abro mis ojos encontrándome en una cama, sola.
Restriego mis ojos con mis dedos, los recuerdos llegan como un balde de agua caliente, logrando erizar mi piel.

Ayer...
Actúe como una loca.

«¿O solo te mostraste tal y como eres?»
Pregunta esa vocecita en mi cabeza.

La vergüenza me embarga.  Lo recuerdo todo. Absolutamente todo. Yo bailando, quitándome el vestido, derramando la botella de vino, besándolo. Incitándolo a tocarme. Yo montándolo. Ordenándole cosas, tomando sus labios como si me pertenecieran.
Yo restregando nuestros sexos.

Yo... ¡joder!

Le pedí que se quedara. Y él... si, él se quedó.
Me levante luego de una pesadilla.  En mi pesadilla, Masashi me perseguía, tenía a mamá. Amenazaba con matarla y yo sentía que me habían clavado un puñal en el pecho. Killian estuvo ahí, cuando abrí mis ojos, él estaba acariciando mi rostro y había puesto música. Una música suave, que me dio sosiego.

Respiro profundo. Me pongo en pie, sintiendo la desnudez de mi cuerpo cuando dejo caer la sabana.
Los recuerdos siguen atormentándome, sus manos en mi cintura, y sus labios en mi coño. Se sentía tan bien, era como estar en una clase de montaña rusa que te brindaba placer y adrenalina a la misma medida.

Lo peor de esto es que no me arrepiento, aunque la vergüenza se haga presente. Lo disfruté. Al final, estaba consciente de muchas cosas. El alcohol solo me dio un empujón a cumplir algo que ya llevada días queriendo.

Observó una puerta que parece ser el baño y me adentro. Definitivamente es el baño.
Hay una toalla mojada, que me alerta que él estuvo aquí hace poco. Entro a la ducha, dejando que el agua moje todo mi cuerpo, incluso mi cabello.  Apoyo mi cabeza en la pared, y suelto un suspiro trémulo.

«Abel estará enojado»
Me alertó ante la voz en mi cabeza.

**

Killian no está en casa. Lo descubrí cuando ande cada pasillo de la casa, e indague en cada habitación. Solo las que tenían acceso. Encontré su ropa, y elegí una chaqueta que es el doble de mi tamaño, pero cubre todo.

Mi estómago gruñe.  Me levanto del sofá y camino hasta la cocina, busco en las despensas y no encuentro nada.  Solo sopas instantáneas, poca agua y muchas bebidas alcohólicas. Opto por una sopa instantánea. Enciendo la estufa y colocó agua a calentar. Es lo único que me queda, Killian no está aquí para llevarme de regreso, o acercarme a la mansión.

Me quedo pensando: ¿que excusa le inventare a Abel?
Estará vuelto loco. No puedo olvidarme de cómo me trato hace días. Él siente que tiene autoridad sobre mi, y eso me asusta a sobre manera.  En este mundo, he aprendido que cuando un hombre es machista, las mujeres no le valen nada, y cuando no lo es, le importan muy poco.

Así los crían. Para ser líderes que solo les importe ellos, los crían para creer que las mujeres somos simples incubadoras. Que venimos al mundo con un coño para complacerlos y un vientre para traer a sus hijos. Los hombres de la mafia no creen en las habilidades de una mujer. Siempre las proyectan débiles. Nos proyectan como simples muñecas que se conformarán con una cartera cara y un auto del último año.

Abel es ese hombre. Es machista, pero me sirve de consuelo que no es peor que Masashi. Masashi no, él viene de una familia de marchistas, una familia donde ven a las mujeres como insectos a los que pueden aplastar, como artículos a los que pueden poseer:

Y lo peor de todo: nos ven desechables.

Su tradición... joder; su tradición asusta. Ellos matan a sus mujeres luego de que dan a luz a su primer bebé de sexo masculino. Si una mujer tiene hijas, envían a esas niñas lejos donde son entrenadas para obedecer y casarse cuando estén mayores con alguien que elija su familia. Si la mujer da a luz a mas de 4 niñas, para ellos significa desechable. Para ellos somos simple basura.

Contra las Reglas. (+21) Editando.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora