Capítulo 33.

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Maratón 4/4.

Killian.

Akira es eso que parece discordante a simple vista, pero cuando te acercas, cuando la estudias y aprendes a disfrutar de ella, te das cuenta de que es lo menos discordante de todo.

Ella es congruente, es armonía si la sacas de toda esta mierda.

Ella es congruente a mí, yo soy congruente a ella, aunque no estemos en la misma posición, aunque no veamos el mundo de la misma manera. Somos como dos triangúlalos que encajan a la perfección, siempre y cuando sepas ponerlos donde encajan.

Somos congruentes, use las definiciones que use.

Nunca me había sentido como me siento con ella, por esa razón profería de la compañía, pero ahora siento una necesidad innata, que se prende en mi piel cada que la tengo cerca, y me hace extrañarla siempre que se va.

Me tiene jodido.
Pero estar jodido nunca se sintió tan bien.

— ¿Por qué no hablas?— me pregunta sacándome de mis pensamientos. La observó, con una leve sonrisa, y los ojos achinados.

— Nada importante— miento, porque ella es la verdadera definición de importante, para mí.

— ¿Quieres bailar?

— No ahora— Mi respuesta tendría que ser no quiero bailar, o un simple no, pero mi cerebro no está conectado a lo que suelta mi boca, hay otra cosa que tiene el mando— Ya bailamos. Más tarde lo hacemos otra vez— La acerco a mí, colando mis manos por la abertura en su muslo, sintiendo su piel, suave, tersa, y erizada bajo mi toque.

Aún no deja de sonreír, es como si este fuera un circo, y la verdad es que no me molestaría ser el payaso, con tal de hacerla reír más.

Ella es todo lo que está bien, un enigma que me he encargado de resolver, y lo peor es que aún no conozco todo. Aunque estoy seguro de una cosa: Estaré para ella aun cuando descubra todos demonios que azotan su alma.

Estaré ahí para ella aún después de conocer lo más oscuro de su ser. Estaré para ella en busca de su compañía, y en busca de una disculpa por cómo la he tratado últimamente.

— Killian— Mi nombre en sus labios siempre me vuelve loco, de la forma en que lo diga.

— Dime cariño— Sus ojos se abren grandes, y me doy cuenta tarde de lo que ha soltado mi boca. Siento que necesito tres botellas de whiskey escocés, y luego un buen cigarro.

O mejor aún, sus senos en mi boca, para así mantenerla callada. El pensamiento me hace retorcer, enviando una corriente a mi polla que punza, mientras mis ojos viajan a su pecho, que se aprieta sobre sus tetas marcándolas para mí.

— Me dijiste cariño— no es pregunta, no olvidará el tema, así que solo asiento. No me lo espero, todo con ella es así, pero me besa, con desespero y anhelo, siendo ella la que lleva el control, en tanto yo me encargo de disfrutarla, conociendo a la perfección sus labios finos, tocando su piel, acariciando, pellizcando, sin prestarle atención a nada que no tenga que ver con ella.

Jadea sobre mis labios, y quiero más.
Mis manos buscan a tientas el borde de sus bragas, se tensa bajo mi toque, y continuo, envolviéndome más, tirándome en un abismo por decisión propia.

Llego. Justo ahí, donde descansa el elástico, son de encajes.

— Quítamelas— Pide traviesa y sé que se olvidó de lo que iba a decirme. Se acerca más en la mesa, queriendo disimular lo que estamos haciendo— Killian — advierte cuando no la quito, solo la estiro dejándola caer sobre su piel.

Contra las Reglas. (+21) Editando.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora