Capitulo 51.

625 38 84
                                    

"La Victoria esta reservada, solo para aquellos que están dispuestos a pagar su precio"
Sun Tzu.

Akira.

No dejo de observar las diferentes computadoras que proyectan la imagen de Masashi. Está tirado en el suelo, con los ojos abiertos y mirando directo a la cámara, haciéndome sentir inquieta.

Sabe que lo estoy viendo, y es por eso que me mira con una intensidad no apta para ninguno. Sus ojos parecen penetrarme, aunque no me esté viendo. Se repasa los labios y llega una de sus manos a su cabello, antes de guiñar un ojo y girarse, prohibiéndome ver sus ojos de nuevo.

Estoy en casa de Jasper. Lo contacté una vez me encontraba mejor, y había visto todas sus llamadas perdidas, sumadas a sus mensajes. Me dijo que tenía un lugar que podría usar para torturar a Masashi, y la idea no me pareció mal. Mi mente imaginó demasiados escenarios, y en cada uno, él moría, sufría, e incluso me imploraba por su vida.

Eso es lo que quiero, quiero que me implore por su vida, quiero verlo caer, quiero verlo romperse, quiero ver el miedo vivo en su mirada, quiero ver que sufra, peor de lo que yo sufrí.

«Quieres tantas cosas»

Ahogó una exhalación y sigo viendo el video. Joel está en el hospital, me encargué de dejarlo allá, y otra vez, gracias a Jasper, las autoridades no intervendrán en el asunto.

Apenas puedo girarme cuando siento una presencia. Es una presencia que me brinda paz, que me hace saber que no estoy sola, y que si en algún momento voy a caer, él estará presente para sostenerme.

— Japonesa.

Su voz amenaza con hacerme llorar. La siento débil, y a la vez emocionante, como si no se creyera que estoy aquí. Y me nace la necesidad de confirmárselo, porque soy yo, sigo siendo su japonesa, y ahora estoy más lista que nunca para que tengamos un futuro juntos.

Sus brazos me envuelven en un abrazo cálido, un abrazo que me pone el corazón como una pasa.

—Estoy aquí— Musitó en voz baja, sin dejar de mirarlo a los ojos, y al mismo tiempo, sin querer soltarlo. No quiero dejarlo ir, quiero que me abrace y mantenernos así por toda la eternidad— Estoy viva— Digo más para creerlo yo misma, porque lo necesito, necesito creer que estoy bien.

Se me hace imposible, y por inercia, cuando sus brazos me dejan ir, me giro hasta las pantallas. Masashi sigue ahí, y es la prueba de que todo es real, de que he vencido, de que todo lo malo se acabó.

— ¿Quién murió en ese auto, Akira?

Mi corazón comienza a latir apresurado cuando los recuerdos vuelven como un zumbido, como un balde de agua hirviendo que me quema todo.

— Hellen murió. Y un hombre de mi padre.

Las manos de Killian se acentúan en mi cintura, y me acarician con lentitud, con simplicidad, y en menos de varios segundos, comienzo a sentir el calor de sus labios. Los posa sobre los míos y los mueve lentos, en un vaivén que juega a volverme loca, y me recuerda que Killian es una de las mejores cosas en mi vida.

— Termina esto, japonesa.

Sus palabras me sirven de aliento, y tomo una bocanada de aire, seguida de otra, antes de unificar nuestros labios como si fuera la última vez, besándolo sin contemplaciones, y quedándome con deseos de más, pero con más deseo de terminar esto, de hacerle caso e ir contra Masashi, y poner el punto final a esto.

•••

«Acaba con esto de una vez. Dispara a su cabeza»

Aspiro profundo y miro todo alrededor. Observó el laberinto en el que nos encontramos, y a Masashi, atado de brazos y mirándome. Puedo ver las heridas en su rostro, recientes. Su nariz está roja, y varios hilos de sangre desprenden de su rostro. Es toda una imagen.

Contra las Reglas. (+21) Editando.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora