Capítulo 23.

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Akira.

No puedo dejar de mirarlo. Tan pulcro y hermoso. Sus ojos verdes me devuelven el mismo gesto, analizándome. No tengo idea de porqué estamos así, tan íntimos. Él está acostado, ocupando toda la longitud de la cama, mientras yo tengo uno de mis pies encima de los suyos y mi brazo en su pecho.

Me siento cómoda.

— Killian— Lo llamó, su respuesta es un gruñido suave, que me incita a hablar— ¿Tenías miedo de perderme?— La pregunta abandona mis labios, y no puedo decir que salió sin filtro, porque lleva rondando mi mente varios días.

No recibo una respuesta inmediata, siento sus manos acariciando mi cabello, antes de deslizarse hasta llegar a mi abdomen, justo donde recibí el disparo. Toca la pequeña cicatriz, haciéndome suspirar. A pesar de su toque, mi corazón se mantiene en un ritmo dentro de lo normal, late lento, todo mi cuerpo apreciando su toque.

— No me gusta esa cicatriz— confieso en un susurro, mi voz golpeando con su pecho— Me avergüenza mostrar mi abdomen— Sé que no es el tema más ameno de conversación, pero me hace decírselo. Es algo que crece y me arroja q confesarme con él.

Sigue acariciando, lento.

— ¿A qué le temes?— pregunta en voz baja, su voz un susurro.

— No lo sé— respondo rápido— puede que las personas se burlen de esto, que les parezca horrible...

— Shhh— uno de sus dedos viaja hasta mi boca, sus ojos la miran y no se apartan, mientras dice las siguientes palabras— Solo se burlarán de tus cicatrices, aquellos que no han recibido una herida. No sientas vergüenza, japonesa.

Me impide hablar al conectar nuestros labios, se sienten gratos sobre los míos, y me hacen sentir plena.

Esto... Esto puede definirse como un punto de inflexión, algo que no es sexual entre nosotros. Estamos disfrutando de la compañía del otro, y no se siente extraño, en su lugar se siente correcto. Empezamos rompiendo las reglas, pero en este momento no se siente como tal. Sus besos son acertados, el movimiento no es rápido pero tampoco es lento. Se toma su tiempo para contemplarme, para estudiarme, es preciso y aprende rápido.

— ¿Puedes hablarme de algo que te guste?— elijo cambiar el tema. Mis manos buscan su pecho, y las dejo ahí.

Su respiración es calmada, brindándome paz.
Una paz que consideraba no necesitar, pero que ahora que la tengo no quiero prescindir de ella.

«No te pierdas»
Me susurra esa voz en mi cabeza.

Solo es esta noche.

— Me gustaba cocinar junto a mi madre— su confesión me toma por sorpresa, Killian nunca ha hablado de su madre— La mejor cocinera que he conocido.

— ¿Ella te enseño tus dones?— cuestiono con una sonrisa— Porque eres un buen cocinero.

— Si— me contesta. Paseo mis manos por su pecho, se siente bien hacerlo— La mejor madre que me pudo tocar.

Que me hable de su madre, hace mella en todo mi cuerpo. Se supone que somos solo sexo, que no deberíamos hablar de eso, pero estamos rompiendo las reglas de esta aventura, estamos cambiando cosas, y no se si sean para bien o para mal. Solo espero que no salgamos dañados, que sepamos respetar los límites y logremos salir intactos de esta extraña relación.

— Tú madre tiene que estar orgullosa de tenerte como hijo— las palabras salen solas, porque es lo que siento.

— Los tuyos también lo estaban— dice con voz suave.

Los malos recuerdos quieren entrar pero los elimino.
No quiero que este momento se infecte con culpas, con dolor, con las consecuencias de las malas decisiones.

Contra las Reglas. (+21) Editando.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora