[2: GWAYNE HIGHTOWER]

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Gwayne Hightower

«Cualquier persona con dos dedos de frente se habría alejado de esa mujer, aquella que su padre detestaba tanto como su hermana lo hacía, la misma que había sido conocida como la amante del peligroso Daemon Targaryen, esa que derrumbaba todo lo que le enseñaron en Oldtown, sin embargo él estaba demasiado loco de amor como para hacerlo»

—No deberías venir más. —Syra le aconsejó al joven.

—¿Te molesta mi presencia? —preguntó mientras dejaba las cosas que había comprado en la mesa.

—Claro que no —dijo sonriendo—, tú compañía me agrada. —Se sentó mientras lo veía—. Pero no es bueno que un joven escudero de la casa Hightower ronde cerca mío, hablarán de ti. 

—No me importa, y tú ahora me necesitas mucho más que antes. —señaló el vientre abultado de ella.

—Aunque no lo parezca tengo amigas, personas que pueden ayudarme si se los pido.

Llevaba siete lunas en cinta de Daemon, no se lo quiso decir al partir, ¿para qué? Que se quede (si es que lo hacía) obligado por un crío era sin dudas algo que no estaba en sus planes, si lo iba a tener a su lado era porque él decidiera estar con ella, cosa que no creía que pase, mucho menos teniendo en cuenta que Mysaria también estaba en cinta y ella si estaba a su lado, y de eso no lo culpaba a él, eso era porque ella decidió quedarse y no ir con él, pero no se arrepentía.

—Yo soy más útil que ellas, yo tengo fuerza, puedo traer tus cosas. —renegó.

—¿Tu padre lo sabe? ¿Qué pasas tu tiempo con una bastarda? —lo vió agachar la cabeza.— Eres un buen chico, serás un caballero pronto, no provoques a tu padre, ni a tu hermana, mejor busca una linda chica de una buena casa y cásate.

—Yo te quiero a ti.

Y aunque ella lo sabía era la primera vez que él lo decía en voz alta.

—No tengo nada que ofrecerte, al contrario, yo te perjudicare.

—Tu hijo necesita un padre.

Ella rio.

—¿Estás tan desesperado cómo para proponer eso?

—Syra, no creo que nadie me haga sentir como tu me haces sentir. —hizo un gesto de dolor.— Sé que no soy ni de cerca lo que Daemon es, pero yo estoy aquí, yo puedo quedarme a tu lado, podríamos casarnos, tener algo juntos.

—Estás loco. —rio nuevamente.— ¿Abandonarías todo lo bueno que tienes por una mujer?

—No, no por una mujer, por ti, y por nadie más.

—Soy complicada, no cedere, tengo mis manías y mi forma de ser, no cambiaré por ti, ni tendré consideración con lo que sientas, quizás te engañe, te mienta y me aproveche de ti.

—Es como mi padre es conmigo pero al menos tú me lo dices de frente, y vamos, tú te ves muchísimo mejor. —sonrió.

—Realmente estás loco. —pero sonrió.

Aquel niño debió llegar mucho después de que Gwayne sea un caballero, sin embargo lo hizo antes, mucho antes. Fue un parto doloroso, largo, demasiado para dar a luz a un niño muerto, deforme, la mujer que la ayudó a dar a luz nunca antes había visto algo así, parecía una mezcla entre un dragón y un bebe, y eso era lo de menos, no tenía un cráneo, se podía ver aquel pequeño cerebro totalmente expuesto, aún si aquel embarazo hubiera durado más no habría importado, el resultado hubiera sido el mismo. Ella mantuvo en sus brazos a su hijo un día entero, no le importaba el mal olor, al fin y al cabo eso era un cadáver en descomposición, sólo Gwayne pudo apartarla del niño, insistió en qué no tendría paz hasta que recibiera un funeral, y ella accedió a soltarlo. Lo llamó Baelon, como el padre de Daemon, ella no tenía un padre al cuál honrar; no eran las costumbres del Hightower pero él sugirió cremarlo en la misma chimenea de esa casa, en su hogar, como el Targaryen que era, sabía que eso haría al menos un poco menos infeliz a Syra.

Sangre TargaryenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora