[38: NUEVO DÍA]

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NUEVO DÍA

«Hay veces que el sol brilla igual que el día anterior, que los pájaros cantan a la misma hora, que la brisa es exactamente idéntica, sin embargo hay veces que el nuevo día trae la sensación de que todo eso es aún mejor que ayer por una pequeña y mínima diferencia que lo cambia todo.»

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Baelon terminaba de quitarse la camisa cuando alguien abrió su puerta de golpe y sin anunciarse, estaba por reñir a la persona que lo había hecho hasta que la joven se lanzó a sus brazos aferrándose a él.

—¿Sae? —musitó mientras correspondía el abrazo.

—Es bueno verte de nuevo, Bae —susurró mientras escondía su rostro en el hombro de él.

—¿Qué haces aquí? ¿Cuándo has llegado? ¿Estás bien? —preguntó apretándola contra él.

—Es una larga historia, seguro papá te lo cuenta luego. Llegué hace unas horas, y sí, estoy bien.

Saera olfateo a Baelon, olía a que había venido de entrenar hace poco, y no iba a negar que eso era bastante varonil. Se separó lo más mínimo, y hasta se podría decir lo necesario para que deje de ser un abrazo y no más que eso.

—Terrible cicatriz, ¿qué te pasó? —volvió a hablar mientras pasaba las yemas de sus dedos por la extensión de ésta.

—Ya no importa —declaró sintiendo un escalofrío.

Puso sus manos en los hombros de Saera, estaba a punto de apartarla, pero antes que lo logrará ella se acercó y presionó sus labios contra los de él. Pensó que sería correspondida cuando Baelon abrió sus labios.

—Esto no es correcto —dijo entre los labios de ella antes de separarla completamente.

—¿Por qué no lo sería?

—Hay demasiadas razones para eso, Sae.

—Pensé que tú y Gael tenían algo abierto, porque evidentemente la calentura no es un problema —mencionó pasando su mano hasta la entrepierna de él, una que se notaba dura a través del pantalón.

—El incesto no te queda bien a ti. —Escuchó una voz venir de su costado.

—Aegon —le advirtió con suavidad su primo.

—No me importaría besarte a ti también —respondió, de manera ligera, la joven mientras lo miraba de arriba a abajo, estaba sentado en la cama sin una prenda encima.

—Ugh, paso.

—Tan desagradable como siempre —refunfuñó ella—. No entiendo qué ve Gael en ti, digo, te ves jodidamente bien, pero...

—Creo que ya es hora que te vayas —interrumpió Baelon cuando la mirada de ella se había mantenido sobre el miembro de Aegon demasiado tiempo. Puso su mano sobre los ojos de ella impidiéndole verlo más.

—Déjame Bae, no soy una niña —reclamó intentando quitar su mano, algo imposible.

—Lo note, por eso quiero que dejes de verlo así.

Saera sintió la voz celosa de su hermano, acababa de rechazarla así que no entendía el porqué, ¿acaso simplemente era su típico caso de hermano celoso?

—¿Por qué me miras así? —se quejó Aegon.

—Podrías haberte puesto algo para no ser un maldito exhibicionista —renegó Baelon mientras obligaba a Saera a salir del cuarto—. Hablaremos después de la cena de ésto, hermana.

Sangre TargaryenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora