[19: PREOCUPACIÓN]

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PREOCUPACIÓN

«El dolor propio es horrible, cualquier persona desearía no sufrir jamás. Pero hay algo aún más horroroso, y es aquella preocupación que llena nuestros cuerpos cuando quienes amamos están en peligro, o aquel crudo dolor que llena nuestros pechos al darnos cuenta que fuimos incapaces de protegerlos de la crudeza de la vida. »

—Vuelve con Daemon y llévate a Rhaena de aquí —habló Baelon.

—Claro que no, iré contigo.

—No te lo estoy sugiriendo, Aemond, te lo estoy ordenando.

—¿Por qué crees que te haría caso?

—Eres un príncipe, hijo del rey, ¿entiendes cuán importante eres? Y confío lo suficiente en ti como para que pongas en un lugar seguro a mi hermana... sin contar que no puedo respirar con tranquilidad si a cada segundo temo que te sucede algo.

—No soy un niño, y no soy tu responsabilidad.

—Lo sé, pero si te pasa algo no voy a poder soportarlo, porque —te amo, pensó— eres importante para mí, demasiado.

—Prométeme que si me voy no vas a tener algún planteo suicida como con Cannibal.

—Lo prometo.

—Bien.

Lo máximo que se atrevieron a hacer fue rozar por un corto segundo sus manos. Luego separaron sus caminos, Baelon siguió a su tío que lo estaba esperando para ir a ver a Saera... y aunque había salido bien parado sobre sus dudas, entendía que era potencialmente peligroso arrastrar gente a su lado, quizás no pasase nada, pero no iba a arriesgarse.

Aemond fue con su tío para narrarle lo sucedido, él también estuvo de acuerdo con la idea de que se llevase a su hija, la verdad es que en ningún momento se le había cruzado por la cabeza que su familia, porque Saera lo era, podría presentar algún peligro para ellos, y sí así lo era no pretendía que Rhaena estuviera ni un segundo más ahí.

Al joven príncipe le costó horrores tomar a la niña e irse, dejar ahí a la persona que amaba era un dolor que le atravesaba todo el cuerpo, quería apegarse a la idea de que eso simplemente era un protocolo de seguridad, pero que realmente no había peligro, que Baelon estaría más que bien, y rezó a los dioses en todo su camino a Dragonstone, porque eso era lo único que podía hacer.

Baelon se encontró con una ya envejecida Saera, consideraba que tendría unos setenta años o más, o quizás simplemente la vida le había pasado factura antes de tiempo.

—Así que tú dices ser mi nieto —habló sentada en una hermosa y gran silla, podría decirse que era más cercano a la idea de un trono que un asiento cualquiera.

«Mamá dijo que a ella realmente no le importaba la familiaridad» escuchó en su mente la voz de Gael, no era algo mágico ni nada por el estilo, simplemente pasaron demasiado tiempo juntos, y su lazo era tan fuerte que no era difícil pensar sobre qué diría. La idea de Gael, no su presencia real, rozaba a ser algo cercano a una voz de la conciencia para él.

—Yo no digo ser su nieto, anciana. Yo soy hijo de Syra y...

«Daemon, di Daemon»

—Daemon —terminó por decir.

—¿Así que tu madre terminó estando con él?

«Está probándote, Bae, es seguro que sabe que aún no están casados.  Recuerda que le interesa el poder, no el amor, usa eso»

—Van a casarse pronto, ahora que Daemon consiguió tener a la heredera al trono en sus manos, y asegurar su posición, quiere que mi mamá eleve su posición.

Sangre TargaryenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora