VISENYA
«Se llamaba igual que la conquistadora, una reina consorte que era una inigualable guerrera, sin embargo su vida se veía tan distante de algo similar. Una bastarda. Una criada. Llena de envidia, celos y ambiciones. Quería subir esa maldita pirámide de poder, pero a la larga tendría que tener cuidado, la caída podría ser mortal; ¿seguir ciegamente el poder a toda costa? o ¿abandonar la idea por amor? ¿Qué elegiría al final?»
Mysaria dió a luz a una bella niña en plena tormenta en el mar, justo en su vuelta hacia Lys. Sintió un amor incondicional al tener a su hija en sus brazos, y sabía que merecía una vida mejor que la que tuvo, pero ella no se la podía dar, por eso apeló a la poca bondad que le quedaba al rey, pidió cambiar del curso el barco para ir a King's Landing, hizo que llevaran la niña ante el rey y que dijeran que ella murió en pleno parto, esperaba que Viserys tuviera piedad por la hija huérfana de su hermano y así fue, quizás la vida de criada parecería un horror para la joven pero porque su madre la había salvado de conocer una vida en las calles, de prostitución, de hambre, de miseria.
Creció escuchando a todos hablar de su padre, sin embargo lo conoció por primera vez cuando tenía cinco días del nombre.
—Mi pequeña Visenya Targaryen. —tomó el rostro de la niña en sus manos.
—Sólo es Visenya —musitó la sirvienta que estaba a su lado.
—¿A qué te refieres? Es mi hija.
—Es una bastarda, mi príncipe, el rey aceptó que fuera criada en el castillo pero sin un apellido, en su defecto llevaría el de Waters.
Miró a su hija con más detenimiento, se había centrado en sus ojos lilas y su cabello plateado que no se había dado cuenta de su ropa, apretó la mandíbula y apartó de un empujón a la mujer para ir con su hermano.
—¿Está enojado conmigo?
—No, Visenya, con tu tío.
—No puedes decirle así. —ella musitó preocupada.
—Ah, claro, está enojado con el rey, su hermano.
La reina había sido muy rígida ante eso, ella era una bastarda con suerte, nada más, estaba desligada a toda la familia real, e insinuar siquiera parentesco era una blasfemia, igual que su propia existencia lo era para todos.
—¿Quieres venir conmigo? —Daemon acarició su cabello plateado.
—No puedo salir del castillo.
—Mientras yo esté puedes hacerlo.
—Está bien. —sonrió ampliamente y tomó la mano de él.
Ese fue el momento en que Visenya detesto su vida. Daemon la hizo volar en Caraxes todo el día, a la vuelta la llevó por el mercado y le compró todo lo que le gustó. Fue el mejor día que había tenido, entonces todo lo anterior a eso se volvió horroroso, compartir cama con cinco personas, comer las sobras luego de ayudar a cocinar y limpiar, ser prisionera en ese maldito castillo, sintió que le robaron su derecho de nacimiento, eso que siempre decía la reina sobre Rhaenyra y Aegon, ella sentía lo mismo, era hija del príncipe Daemon Targaryen ¿por qué era una maldita criada?
Daemon no le dedicó demasiado tiempo, se la pasaba fuera de la fortaleza o con la princesa Rhaenyra, aún así en el tiempo que él estuvo ahí le dejaba dormir en sus aposentos, él no los usaba, pero eso no la dejaba exenta de sus tareas pero se sentía en el cielo, era poco pero mucho a la vez, era una pequeña probada de lo que debería tener y eso se convirtió en el inicio de sus ansías de poder.
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Sangre Targaryen
FanfictionQuizás no lleven el mismo apellido, o no tengan los mismos padres, su historia hasta ese punto fue distinta para cada uno, pero comparten algo irremediablemente más fuerte, la sangre del dragón corriendo por sus venas. Jóvenes, pasionales, volátiles...