[42: OJO POR OJO]

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OJO POR OJO

«Alicent, hace muchos años atrás, pidió el ojo de Lucerys para pagar la deuda por haberle quitado el suyo a Aemond. Viserys no lo permitió con la estúpida idea de que "una disculpa bastará".

¿Volvería a dejar a sus nietos libres de culpa ahora?

Al destino, o a los Siete, o a los dioses valyrios, o a lo que sea que exista más allá, no les agradaba esa idea y tenían planes diferentes para ésta vez.»
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Jacaerys estaba devastado por lo de Joffrey, y aparte tenía todavía la cara hinchada y adolorida de los golpes que se dio con su hermano, él seguramente estaba igual, no lo sabía porque no fue a darle la noticia personalmente sino que envió a un sirviente a hacerlo.

Viserys se encontraba en el trono de hierro, aunque estaba también dolido por la pérdida de su nieto ya se había comprometido con los lords que viajaron desde lejos para escuchar sus peticiones. Por largas horas estuvo sentado hasta que el último se marchó, en eso apareció su nieto Jace a hablar con él frente a Otto Hightower, los maestres, algunos de los miembros del consejo y los guardias reales que estaban protegiéndolo.

—Estoy seguro de que mi hermano fue asesinado —habló con firmeza.

Los presentes se miraron entre ellos desconcertados por dicha acusación, una muy grave por cierto.

—Si me permite, mi rey —habló uno de los maestres hasta que Viserys le dio su aprobación—. El príncipe Joffrey no tenía ninguna herida visible en ninguna parte de su cuerpo.

—Lo habrán envenenado entonces —mantuvo.

—Jacaerys, ¿por qué insistes en un asesinato? Ya los maestres informaron que murió mientras dormía, sé que era joven, pero no es la primera persona en morir por razones naturales a temprana edad —habló Viserys.

—Daemon lo amenazó de muerte en el baile y...

—Disculpe si me entrometo, mi rey, aunque no soy para nada un fanático del príncipe Daemon, hay algo totalmente especifico en él: siempre va de frente y tiene un instinto sanguinario —recordó Otto—. De haber sido él quien causara dicha pérdida, la escena hubiera sido a plena vista y habría un exceso de sangre inigualable. Por otro lado, mis fuentes confirman que la última persona que estuvo en los aposentos de Joffrey, fue usted, príncipe, de haber estado envenenada la comida o la bebida, usted hubiera fallecido también —le habló con ese desdén común de él.

Antes de poder replicar algo, Aegon entró luego de que lo anunciaran.

—¿Qué sucede que no pueda esperar hasta que esté desocupado? —preguntó el rey un tanto molesto por la situación.

—Vine a informarte que mis hermanos y yo no asistiremos al funeral.

—¡¿Por qué no lo harán?! —replicó Jace.

—Rhaenyra no tuvo la decencia de venir al funeral de Helaena, nosotros no iremos al de su hijo.

—Nada de eso —habló en voz alta el rey—. Por más que no estuve de acuerdo en las decisiones que tomó mi hija, tú y tus hermanos asistirán quieran o no.

—¡Eres injusto! —bramó Aegon—. Dejas que ella haga cualquier cosa y a nosotros nos exiges algo así después que nos faltó el respeto con lo de Helaena.

—¡Pues así son las cosas! Esa es la decisión de tu rey, así que vete y espero verlos si no quieren asumir las consecuencias por desobedecerme —ordenó mientras se paraba y, sin darse cuenta, se incrustó profundamente con las espadas oxidadas del trono la mano, tanto que llegó hasta el hueso.

Sangre TargaryenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora