[50: RENDICIÓN]

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RENDICIÓN

«Los Targaryen no solían aceptar un "no" por respuesta a absolutamente nada. Criados con la idea de siempre obtener lo que querían, ya sea por las buenas o por las malas. Aegon, Visenya y Rhaenys conquistaron Westeros y no dudaron en usar todo su poder para aplastar a los enemigos; Maegor usurpó el trono y derramó toda la sangre necesaria para hacerlo; así eran ellos, lo que querían tenían que tenerlo, buscaban la victoria a cualquier precio. Pero a veces tenían que entender que no siempre podían ganar, y era mucho más sabio rendirse que hundirse en una perdición por un capricho de victoria inalcanzable.»

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Al día siguiente, al principio del evento se coronó a Syra como Reina del Amor y la Belleza de dicho torneo, con cinco caballeros designados para defender su título, si alguno ganaba ella permanecía coronada, en caso contrario el ganador elegiría a alguien más, o no. Entre los caballeros estaba sir Arryk, quien demostró que merecido tenía su puesto como un capa blanca acabando con todos sus oponentes y ganando el torneo en nombre de su reina.

Al día siguiente se llevó a cabo la boda de Rhaena y Loreon Lannister, ambos se veían más que entusiasmados por la abundancia y extravagancia del festejo. Casi no pasaron tiempo sentados, bailaban o se reunían con lords y ladies para socializar, al final ambos serían algún día señores de la casa Lannister y la vida en sociedad era importante. Fue una noche magnífica para Rhaena, que aunque hace tiempo había conseguido la atención de su padre, la verdad es que no acostumbraba a ser el centro de atención en otros ámbitos y ese día lo fue. Jason Lannister le regaló a la princesa un hermoso collar de oro con leones esculpidos, su manera costosa de darle la bienvenida a la familia.

A Daemon no le agradaba tanto eso, como tampoco a sus hermanos. Al casarse con alguien ajeno a la casa Targaryen, perdía la posibilidad de presumir su sangre, ahora era la futura señora de Casterly Rock, a cargo de la casa Lannister. Sus hijos llevarían ese apellido, y probablemente no reclamarán un dragón jamás. No porque no puedan, sino porque su crianza no tendrá tintes de esas costumbres.

Lo más triste era que, al finalizar esa semana, Rhaena partiría junto a su esposo para instalarse en su nuevo hogar. Y su familia estaba feliz de que comenzara su propia vida, pero siempre las despedidas eran deprimentes, porque ahora sabían que no sería un pasillo lo que los separaba, sino un largo camino de horas.

Aegon nunca pensó que extrañaría que le pisen los pies al bailar.

Baelon parecía ser el más animado, y es que él siempre priorizó el futuro de sus hermanas sobre todo el sentimentalismo. Hasta podría haber dejado de lado su amor por Gael si eso le aseguraba una buena y próspera vida, que por suerte al día de hoy podría tener junto a él.

Hubo un baile el día siguiente, un banquete más y al finalizar la boda de Saera y Daeron. La joven llevó un vestido celeste, muy diferente al convencional blanco que todos usaban, incluidas sus hermanas los días anteriores. Fue una fiesta más movida, el alcohol era más fuerte en esa ocasión y casi fue más un baile que un banquete. Saera era, en el presente, mucho más informal que Gael, se notaba en la manera que bailaba, que charlaba ebria con todos, que olvidaba cualquier protocolo y lo dejaba en el piso. Sus votos fueron más rápidos y torpes, ya que Daeron también había bebido de más y eran un mar de risas que tenían dificultad para escuchar las tan aburridas palabras del septon. Y bueno, la noche de bodas no distó mucho de lo de su hermana, el eco de su voz repercutió por todo el pasillo, algunos guardias aseguraron que el ruido de la puerta chocar constantemente era la prueba de que no habían decidido usar la cama.

Sangre TargaryenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora