Sangre Targaryen

[33: VISIONES]

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VISIONES

«Alicent hubiera deseado poder ver el futuro, ver qué pasaría con cada una de sus decisiones, si hubiera podido le habría dicho a Daemon antes lo de sus hijos, de haber visto las posibilidades que le deparaba el futuro quizás habría sido diferente.

Helaena habría deseado no poder ver nada, ni los posibles futuros de su presente, ni los posibles futuros basados en el pasado, en el que todos habrían tomado diferentes decisiones. »

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Al día siguiente Aegon estaba en la biblioteca con Gael, era increíble que con la edad que tenía y siendo el primogénito varón del rey no supiera aún los nombres y ubicaciones de las tierras de Westeros.

El príncipe había puesto su mano sobre la de ella un momento, a la vista de cualquiera ya que estaba sobre el mapa, pero lo bueno es que no había nadie, o eso creyeron.

—Gael, tenemos que hablar —habló de repente Daemon detrás de ellos, justo en la puerta.

Aegon quitó rápidamente su mano, y su sonrisa se desvaneció por completo. La joven se giró hacia su padre al instante, pero de manera calmada como si no los hubiera visto en esa situación, relajó un poco su sonrisa sin borrarla.

—Como desees, padre —respondió, intentó levantarse aunque se detuvo cuando él volvió a hablar.

—Alicent te solicita en sus aposentos, Aegon —avisó apoyado en el marco de la puerta.

Él sí se levantó de golpe, agachando la cabeza se acercó a la puerta. Cuando estaba saliendo sintió la mano de Daemon en su espalda y un escalofrío recorrió todo su cuerpo. «Lo siento» escuchó decir en voz baja a su tío, en el momento que el toque cesó, Aegon siguió caminando.

—¿De qué querías hablar?

—¿Estás feliz con tu compromiso con Joffrey?

—Es un buen compromiso, él es un príncipe y...

—No es lo que pregunté, hija.

—Bueno, fue un anuncio sorpresivo, aún no terminé de digerir la idea, no sabría decir cómo me siento —respondió cuidando cada palabra—. Joffrey detesta la idea, y es un niño, si quieres la verdad, eso no es algo que me emocione demasiado. Quizás hasta que crezca las cosas entre nosotros mejoren, y vivir sin preocuparse del día a día no suena nada mal —confesó ante la mirada exigente de Daemon.

—¿Habrías querido casarte con alguien más?

—Lo habría querido —admitió suavemente.

—¿Con Aegon?

—No lo sé.

—Gael —entonó su nombre de manera ruda.

—Es la verdad, no lo sé. Aegon está casado, tiene hijos, y es un hecho. Lo amo, si es lo que quieres saber, pero pensar en casarnos es algo difícil, tú serías fácil de convencer, pero Viserys o Alicent no, que él tenga dos esposas no es algo que les agradaría. Podría deshacerme de Helaena fácilmente, sé los pasadizos, tengo una daga y sé cómo cortar una garganta, conozco los horarios de la servidumbre, de los cambios de turnos, ¿crees que no sería simple matarla y culpar a alguien más? Pero aunque Aegon no la ame como esposa, es su hermana, como la de Aemond, no podría hacerles eso a ellos, porque la quieren.