[14: FIDELIDAD]

161 19 10
                                    

FIDELIDAD

«Es claro que Aemond no le era fiel a Visenya (él no  sabía pero ella tampoco lo estaba siendo), sin embargo estaba siendo fiel a su corazón, a seguir lo que realmente sentía. Hay veces que era muy obvio, las decisiones a tomar parecían en dos caminos separados, bien marcados, en los que uno seguiría la fidelidad o no. Otras veces eran caminos sinuosos que, cuándo menos lo notabas, te habían llevado a romper la confianza de alguien, a traicionaron, a defraudarlos, y es que a veces era imposible no hacerlo, más aún cuando las personas de tu mismo círculo parecían odiarse entre ellos, y de una u otra forma le fallas a alguno».



Baelon no se quejaba por las curaciones del maestre Gerardys, estaba más concentrado en poder escuchar la conversación que Daemon tenía con Saera.

—¿Desde cuándo estás en Dragonstone?

—Hace una semana, quizás un poco más.

—Te dije millones de veces que eras bienvenida en el castillo ¿por qué no me avisaste? ¿Al menos viniste acompañada?

—Mi amigo tiene un pequeño barco, él me trajo y estuve quedándome en una posada. No quiero depender de ti o de tus cosas, suficiente aquella casa que nunca pedí.

—Eres mi hija, es lo minimo que puedo hacer por ti.

—Pues yo no quiero nada, y aún si no acepto nada de ti los cambios en mi vida siguen apareciendo gracias a ustedes —reclamó.

—Entonces acéptalos, si de algún modo las cosas siguen cambiando a tu alrededor al menos consigue beneficios.

—Con mi dragón es suficiente.

Daemon, frustrado, dejó de hablar con ella para dirigirse a su hijo; Saera lo siguió con la mirada y suspiró, no era su intención ser dura con él pero le era imposible ser diferente a su lado, a veces intentaba poner de su parte pero indudablemente chocaban siempre, no podía dejar de verlo como el que intentaba ocupar el lugar que le pertenecía a Gwayne, su verdadero padre.

—Así que lo conseguiste. —Sonrió ampliamente.

—¿Lo dudabas?

—Claro que no, aunque esperaba que no hubieras tenido un reflejo tan suicida.

—Sabía que lo lograría.

—¿Sí? ¿O estabas dispuesto a morir?

—Reclamé a Cannibal y llegué antes del almuerzo, ¿qué importa?

—Me importa, pero no voy a joderte hoy, tenemos que festejar. —Le despeinó el cabello, luego miró algunas marcas de mordida que se veían cerca de algunas heridas que curaba el maestre, dejó su mano en la mejilla de él mientras lo analizaba.

—Le di un té de luna, así que no te preocupes.

Él no solía mentir, engañar u ocultar, pero si Aemond rompía reglas por él también haría lo mismo. Con eso Daemon ya creería que es una mujer cualquiera y no haría más preguntas.

—Tu fuerte no son los libros, pero no eres tonto. —Le dió unas palmaditas en la mejilla riendo antes de separarse.

Saera los miró y una pequeña sonrisa se dibujó en sus labios, Morgan se veía feliz con Daemon, quizás para ella no era un padre (más que todo porque la joven no lo permitía) pero al menos su hermano ahora tenía uno.

Ella salió un momento y encontró a Lucerys parado justo ahí.

—No estaba espiando.

—Si tú lo dices. —Soltó una risita—. ¿Te preocupaba Baelon?

Sangre TargaryenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora