[23: PROMESAS]

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PROMESAS

«Gael sabía encontrar los vacíos legales en las promesas que hacía. Baelon era un desastre en ellas, parecía odiar cada vez que hacía una, cumplirlas era todo un reto»

Gael estaba por ir a sus aposentos cuando Jacaerys la alcanzó y le pidió hablar con ella.

—Creí que fui clara al decir que no voy a permitir que mi padre se enoje contigo.

—No es eso de lo que quería hablar.

—Oh, lo siento entonces, pensé que realmente seguirías insistiendo con el tema.

—Sí, creo que el que lo siente más soy yo, sé que estuve siendo demasiado pesado con el tema, es que realmente me preocupa, era mi deber y las cosas se salieron de control. En fin, olvidemos eso, quería pedirte un favor.

—Depende cuál sea el favor.

—Quisiera que me prestes tu habitación.

—¿Para qué necesitas mi habitación? Y si es eso también debes hablar con mi hermana.

—No, no, no ésta habitación, sino la del Dragón Rojo —musitó lo último.

—Oh, puedes simplemente utilizar alguna de las otras, no creo que sea tanto gasto el que tengas que hacer y que no puedas solventar.

—Es que no quiero hacer nada como tal.

—No estoy entendiendo, Jace.

—Mira, sólo quisiera fingir estar con alguien para que alguien más tenga celos.

—Suenan a que son excusas para no pagar.

—Es que no sé en qué momento será que él llegará y...

—Ya sé a dónde quieres llegar, ¿tiene algo que ver con lo que le pediste a Aegon?

—Sí —musitó avergonzado—, quiero que él me ayude a darle celos a quien me gusta.

—Bueno, le daré mi llave a él y podrás utilizarla, pero me pagarás.

—Bien.

—Si ensucias algo lo limpiaras, ¿entendido?

—¡Sí, por supuesto! —exclamó totalmente rojo—. Tampoco husmeare ni nada por el estilo.

—Tenemos un trato.

⊱⋅ ──────────── ⋅⊰

Un par de días pasaron y Gael fue a hablar con su madre muy temprano en la mañana.

—Dime la verdad, mamá —exigió.

—¿Qué verdad?

Syra le acarició suavemente el cabello, ella se veía molesta, y eso era raro, pocas veces sus emociones eran evidentes en su rostro. Había pequeños cambios en su voz, o micro expresiones, sin embargo eran cosas que muy pocas personas podían reconocer, entre ellos Baelon, Syra, Daemon y Aegon. Ésta vez su ceño estaba evidentemente fruncido, la mueca de disgusto en su boca estaba totalmente a la vista de todos.

—Visenya —respondió concisamente.

—No vamos a tener esa conversación, hija.

—Sí que la tendremos —exigió mientras apretaba su puño—. Necesito saber si ella provocó lo de mi padre.

—Prométeme que no saldrás de mis aposentos y harás una locura.

—Lo prometo —suavizó su voz, notó lo tensa que estaba e intentó relajarse.

Sangre TargaryenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora