[51: ALYRA]

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ALYRA

«Esa pequeña niña recién nacida era lo más bonito que todo el reino podría haber visto, adorable y con una vibra más que resplandeciente. Aun si ella como tal no tuvo una intervención entre los problemas de la familia real, su existencia provocó el fin de una guerra antes de que comience. El que Aemond la vea en sueños y el que Daemon quisiera protegerla tanto como a sus hijos, esas dos cosas provocadas por ella antes de siquiera terminar de nacer evitaron el derramamiento de sangre.»

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Pocas horas después de que Gael diera a luz.

—Aemond no ha vuelto, ninguna de nuestras madres, ni papá, se ha presentado a ver a su nieta, ¿qué mierda está pasando? —le murmuró Aegon a Bae.

—No lo sé —musitó molesto mientras miraba a la pequeña Alyra durmiendo en la cuna que habían tenido que traer a último momento a los aposentos de la reina.

—Iré a ver qué es lo que pasa.

—No, no, iré yo, tú quédate —ordenó Bae tomándolo del brazo para que se detenga.

—Aunque para los tres —mencionó incluyendo a Aemond— sea como nuestra hija, es realmente la tuya. Tienes derecho a quedarte con ella. Además, es más probable que me digan a mí que está pasando que a ti.

—Viserys murió —musitó entonces Gael.

Aegon se acercó rápidamente a ella para ayudarla a sentarse. La joven se había desmayado del cansancio unos pocos minutos luego de tener a Alyra en brazos.

—¿Y lo nombró heredero?

—¡Bae! —se quejó el príncipe mirándolo.

—No lo hizo —respondió ella.

—Bueno, ya veremos eso luego, ahora deberías descansar, preciosa. Te esforzaste mucho y necesitas no preocuparte de nada —mencionó suavemente mientras acariciaba su mejilla.

—Es que eso no es todo, creo que Otto también está muerto.

—Hoy fue el día de que las ratas mueran —habló el caballero con una media sonrisa.

—Aemond debe haber ido a consolar a nuestra madre y supongo que papá debe estar arreglando todo —mencionó el príncipe.

Era curioso que ni a sus propios nietos le interesaba cómo se había muerto, o sí realmente estaba muerto, ese era el precio de haber sido un malnacido con su propia familia.

—Ahora que estás despierta iré por Jae y Haera, estoy seguro que querrán verte a ti y a Alyra —habló Bae.

—Eso me encantaría, asegúrate que Sae no venga, no quiero que esté subiendo escaleras —mencionó con voz suave.

—Tranquila, no la dejaré, seguro Daeron tampoco lo permitiría. Cuando tengas un poco más de fuerza nos aseguraremos que vuelvas a tus aposentos, ¿cierto? —preguntó lo último a Aegon que asintió con la cabeza en respuesta.

—También enviale un cuervo a Rhaena.

—Lo haré —respondió Baelon antes de salir del cuarto.

Afuera había tres de los capas blancas, entre ellos sir Arryk. Bae y él se alejaron un poco antes de hablar.

—¿Dónde está mi padre?

—Viajó hasta Dragonstone, junto a Aemond.

—¿Mi madre?

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