TORMENTA
«Dicen que después de la tormenta viene la calma, quizás éste también era el caso. Aunque nadie jamás comentó que podía pasar en plena tormenta, quizás es una buena pregunta para hacerle a Gael y Aemond.»
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—No debí mandarlo con Visenya —mencionó Gael limpiándose las lágrimas—. Si pierde el control... Mierda. Bae, sé que eres aún peor que él en cuestión de ser impulsivo, pero por favor, asegurate que no haga una locura.
—Gael, sí ella te hizo algo...
—La cuestión es qué pasará sí Aegon hace algo, qué consecuencias caerían en él, en mí, en todos —resaltó intentando volver a mantener su compostura.
—Bien. No te muevas de aquí. —La soltó con cuidado y salió de la habitación.
¿En qué momento la lluvia se había convertido en tal tormenta? Gael intentó cerrar la ventana de sus aposentos, en eso un relámpago iluminó el jardín dejándole observar la figura de Aemond bajo un árbol. Preocupada decidió desobedecer a su hermano, bajó las escaleras y caminó rápidamente hasta el jardín interno, sus botas se embarraron de lodo mientras la lluvia helada le calaba hasta los huesos.
—¡¿Qué mierda haces?! —Era la primera vez que ella se exaltaba de esa manera.
—Vete, déjame soló. —A través de su ojo lila se veía su dolor, era tanto que hasta podía verlo en aquel zafiro que suplía la falta del otro.
—¡¿En medio de una tormenta mientras das lástima?!
—¡¿No sabes obedecer una simple orden?! —Se levantó acercándose, su altura se imponía ante la de ella aunque la jovencita era bastante alta.
—¡No voy a dejarte! ¡Mierda! ¡¿Vas a dejar que ella te pisotee así?! —Gael estaba aún sensible por lo que Visenya le había hecho, y eso sumado a verlo así la desequilibró por completo.
Porque para ella era obvio, si estaba como idiota bajo la lluvia era porque Aegon le había dicho la verdad de Visenya y, evidentemente, le había sentado muy mal.
—¿¡Cómo esperas que me sienta!? ¿Acaso eres tan imbécil para no entenderlo? ¡Toda mi vida fue una farsa!
Bien sabía que Gael estaba al tanto de que Aegon había hablado con él, y eso lo hacía sentir más miserable. Ella siempre lo supo, y lo vio múltiples veces actuar como un completo estúpido, y sabía que en ese momento también lo estaba siendo.
—¡Visenya no es toda tu vida! ¡Eres Aemond Targaryen! ¿Lo olvidaste? ¡El príncipe que es el jinete de Vhagar¡ ¡La dragona más grande de todo Westeros! ¡El que con su joven edad es habilidoso con la espada! ¡Eres inteligente! ¡¿Por qué entonces estás aquí?! ¡Ella no es nadie! ¡Deberías querer matarla no estar castigándote bajo una maldita tormenta!
—¿Por qué estás aquí? Me odias —reclamó mirando sus ojos lilas, su mirada era tan intensa y se metía hasta lo más profundo de su alma como sus palabras lo hacían. Cada relámpago hacía ver sus ojos aún más brillantes, más hermosos.
—Tú eres el que me odia, yo no lo hago, y no puedo soportarlo, no puedo hacerlo. —Golpeó el pecho de Aemond—. Me importas demasiado, y ¡duele! ¡Duele ver cómo dejas que esa asquerosa mujer te rompa! ¡Y no puedo hacer nada! —Sus lágrimas calientes se mezclaban con la fría lluvia. Él había sido un imbécil, pero sabía lo influyente que fue Visenya y que toda su actitud fue culpa de ella.
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Sangre Targaryen
FanfictionQuizás no lleven el mismo apellido, o no tengan los mismos padres, su historia hasta ese punto fue distinta para cada uno, pero comparten algo irremediablemente más fuerte, la sangre del dragón corriendo por sus venas. Jóvenes, pasionales, volátiles...