[3: ENCUENTRO]

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Encuentro

«Un tiempo juntos luego de años, Morgan y Aegon eran bastante similares, no eran sus ojos lilas, era la manera con la que miraban, ambiciosos de tener todo lo que quisieran al costo que fuera. Caprichosos y glotones, podrían armar una guerra con el otro o destruir juntos a los que se le opongan, pero eso no sería ahora, aún eran niños que se encontrarian sólo como una excusa, una para que Daemon pudiera reencontrarse con Syra después de todo ese tiempo. »

—¿Recuerdas lo que me dijiste hace tiempo? —Gwayne juntaba sus cosas.— Me mentirias, no tendrías consideración de mis sentimientos y me engañarias. —él le recordó.

Ella había olvidado aquellas cosas, habían pasado años desde ese momento, más de cinco de seguro, esa era la edad de su hijo.

—Acepté todo eso, —apretó la camisa que estaba guardando.— pero por favor, recuerda mentirme. —la miró luego de un rato, ella claramente no tenía idea de qué estaba hablando.— Una orden del rey para encargarme de algo tan lejos, una petición de mi hermana de llevar a Morgan a que pase un tiempo con sus primos, todo en el momento que Daemon vuelve a la capital, es obvio lo que sucede.

Ella se estremeció con sólo pensar en Daemon entrando por su puerta, la imagen de él era tan clara aún cuando había pasado tanto tiempo, recordar su olor, su cabello entre sus dedos, su cuerpo contra el suyo, maldita sea, su corazón se volvía loco aún por él.

—Eres consciente que te amo ¿cierto? —son las únicas palabras que podía usar sin lastimarlo más de lo que luego lo haría.

—Yo también te amo. —sonrió con cierta amargura.

Y así fue, Gwayne se llevó al niño hasta dónde su hermana, la reina, y luego partió lejos de King's Landing.

Syra dió vueltas intranquila por la sala, se sentía así desde que Caraxes apareció por los cielos, pero ahora era una ansiedad que parecía quitarle el aire del pecho, una que golpeaba tan fuerte su cuerpo que quería llorar. Tantos años sin verlo pero mentiría si dijera que no había pensado en él,  su maldito recuerdo la perseguía constantemente.

—¡Dijiste que me esperarías! —Daemon bramó molesto entrando de un portazo, por supuesto que aún tenía la llave que le había dado.— ¡Te casaste con ese estúpido Hightower! —

—Mi amor no era suficiente para que me tomes como tu esposa, el tuyo no era suficiente para que yo no me case con alguien más. —y era una verdad que a ambos le lastimaba.— Pero podría haber cambiado la cerradura, podría haberme ido, y mira, aquí estoy. —como una idiota.

—Tuviste un hijo con él. —eso salía de su garganta con demasiado dolor.

—Y tú una con Mysaria. —respondió con cierta frialdad.— Eres libre de entrar y tenerme, o puedes irte con alguien más, yo no soy quien rogara por tu amor. —aunque deseaba hacerlo.

La odiaba, la odiaba tanto, e inevitablemente la amaba profundamente, y creía ciegamente que ella se sentía igual. Tomó su rostro con violencia y la besó, sus besos eran deliciosos, había besado a otras mujeres pero ninguna le hizo sentir como ella lo hacía. Resistirse le fue imposible, cayó rendida a él, como si no la hubiera abandonado por años, estaba hasta desesperada por sentir su piel desnuda, aquella que siempre era caliente al tacto. Daemon le mordió el labio con fuerza haciendo que sangrara, ella respondió de la misma manera, se arrancaron la ropa destruyendola, se rasguñaron en el proceso, lo hicieron de manera torpe en la cama, de manera rápida, tanto él quería estar dentro suyo como ella quería tenerlo dentro, llenándola por completo. Cada embestida era la gloria para ambos, duro, rápido y profundo como siempre lo habían hecho, especialmente esa vez estaban siendo más violentos de lo normal, quizás porque estaban enojados con el otro, tal vez porque estaban demasiado ansiosos, o simplemente eran las dos cosas.

Sangre TargaryenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora