[16: GAEL TARGARYEN]

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GAEL TARGARYEN

«Daemon tenía varios hijos e hijas, Baelon lo era para él aún si no tenían la misma sangre porque ese chico le recordaba a sí mismo; Visenya era su primogénita pero estaba muy alejada de los principios que él tenía; Baela disfrutaba de las mismas actividades físicas que él y sin dudas tenía un carácter muy similar al príncipe; Saera y Rhaena eran aquellas hijas que carecían de algo en común con él, sin embargo realmente las amaba; Viserys y Aegon eran aún pequeños para opinar demasiado, aunque claro que los adoraba; y luego estaba Gael, sin dudas su preferida, era una hija que lo admiraba y amaba, una con la que podía hablar por horas de varios temas diversos, inteligente y calculadora cómo él, quizás no era buena con la espada,  pero sabía ensuciarse las manos si era necesario, la sangre no era algo que le molestara, hasta un punto creía que le gustaba,  las historias que le contaba de la guerra le fascinaban, amaba a los dragones como él, pero la diferencia entre ellos es que ella no era una versión femenina y joven de él, Gael era una versión mejor de él, si hay algo que él no consiguió estaba seguro que si ella lo quería podría conseguirlo, tenía lo mejor de él pero no tenía muchos de sus defectos»

Gael había bajado por algo para tomar y descubrió a Laenor sentado en una mesa mirando el lugar.

—¿Buscas a Morgan? —cuestionó sentándose frente a él.

—¿Está aquí?

—Volverá recién en dos lunas.

—Oh.

—Estuvimos hablando de ti.

El Velaryon abrió los ojos sorprendido y se le dibujó una estúpida sonrisa en la cara, la verdad es que, aunque todo el mundo pudiera decir que estaba equivocado, él le encontraba un gran parecido a Morgan con Joffrey, uno de sus primeros amantes. Y no, no había nada de ellos igual, ni cómo era su personalidad, ni su parecido, a lo mucho (siendo generosos) tenía un cierto aire. Sin embargo lo que fuera que él veía en él lo había hecho obsesionarse, al punto de visitar cada cierto tiempo la capital para encontrarlo, aún si en el último tiempo no lo había vuelto a ver.

—¿De mí?

—Sí, mi hermano recordaba las veces que estuvieron juntos.

—¿Dónde se encuentra?

—En Dragonstone, ¿conocés el lugar?

—No he tenido el gusto de tocar puerto ahí. —Agachó la cabeza.

—¿Y Driftmark?

Él se levantó de golpe pero ella lo tomó por el brazo.

—¿Qué pasa? ¿Acaso revolví demasiado en su memoria? —cuestionó con una sonrisa llena de picardía, igual a la de Daemon.

—Tengo que irme.

—No, no, no, sir, usted tiene mucho que explicar.

Y se podría haber soltado de su agarre pero alguien se paró justo frente a él, y estaba furioso.

—¿No te dije que nadie más podía tocarte? —le habló a la joven aunque no apartaba la vista del caballero.

—No tengo ninguna intención de tocarla.

—La presencia de éste hombre le causa inconvenientes a mi familia, no quiero acostarme con él, quiero solucionar el problema —respondió ella.

Aegon miró a Gael un momento, luego al hombre que agachaba la cabeza y hasta se había vuelto a poner la capucha.

—Bien, entonces considera ésto como un regalo. —Y sacó su daga clavándola en el cuello del caballero, el Velaryon estuvo tan inmerso en esconder su rostro que fue incapaz de hacer algo al respecto.

Sangre TargaryenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora