22. Fama Potestad

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Me salí del cuarto dando un gran bostezo, aún estaba en pijama ya que mi clase ecuestre es un poco más tarde, además que decidí desayunar algo simple para no haber tenido que despertarme temprano por culpa de la cafetería, fui directo a la cocina al escuchar ruidos y al entrar mire a Mia teniendo su uniforme de toda chef.

Tiene una filipina de mangas cortas color gris oscuro con botones plateados, su pantalón es oscuro teniendo unos zapatos igual de ese tono, tiene su cabello totalmente recogido teniendo encima su pequeño gorro de chef blanco, junte mis manos al ver ese sombrerito y quererle robar para probármelo.

—Buongiorno —dijo ella volteando a verme con una larga sonrisa dulce alegrándome el día y yo le sonreí un poco.

—Buongiorno —dije poniéndome a su lado para ver que se puso los guantes para el horno, se escucho un timbre y Mia como una bala fue abrir el horno sacando una charola con croissants, yo me saboreo los labios al oler tal delicia.

Mia los dejó en la cubierta, se quitó los guantes, después puso sus dedos índices en los dos croissants y usando su don los encogió como si se los fuera a regalar a un ratón.

—Pero, ¿Qué haces? —pregunté con bastante confusión viendo con gran tristeza a esos croissants perdidos— ¿Piensas dárselos a los ratones?

Mia saco pocas risas mirándome con ternura.

—No ragazza, los encogí para que se enfriaran más rápido —dijo ella ahora dirigiéndose a otra mesa cogiendo una vasija hondo que parecía contener chocolate, fue a un cajón abriéndola sacando una jeringa de cocina y la insertó en el chocolate succionándola para que esté dentro del artefacto— Para así poderte acompañar el desayuno.

Yo me sobresalte un poco, junte mis manos mirándola como una santa salvadora, ella puso sus índices en los croissants de nuevo usando su don agrandándolos, pero del doble tamaño que estaban antes, después de eso les inyectó el chocolate y yo para ayudarla fui por los platos, ella me sonrió agradeciéndome y puso un croissants en cada plato.

—No debiste molestarte, pensaba hacerme el desayuno —dije con una sonrisa muy agradecida por lo que hacía.

—No seas goffo, además es lo mejor que puedo hacer para ayudarte, al haber llegado muy exhausta en la noche yéndote a dormir por los castigos del maestro Colt del siglo XVIII —dijo ella mirándome con lástima agarrando las dos tazas de café y empezó a caminar hacia el comedor.

—Uff, no sabes el día agotador de ayer, tengo que contarte tantas cosas —dije poniendo los platos al llegar al comedor.

—Fue suerte que hice el desayuno —dijo Mia alargando su sonrisa con gran interés dejando las tazas en la mesa y se sentó en la silla poniendo sus codos en su rodillas y sus manos en sus mejillas— Cuenta, cuenta.

Yo saque pocas risas tomando asiento moviendo un poco la silla para estar más cerca de ella y pueda escucharme mejor.

—Ya sabes lo que sucedió con Reto, tenías razón en que iba a venir a disculparse conmigo.

—Ragazza, ya te lo he dicho, yo siempre tengo la razón —dijo Mia con una sonrisa arrogante señalándose a si misma.

—Arrogante —dije en broma dándole un pequeño empujón de juego y ella sacó pocas risas.

—Pero no me dejes con la duda, ¿Cómo se ha disculpado?, ¿Dónde?, ¿Se veía muy apenado...

—Espera, espera, a eso voy, paciencia Mia —dije mostrándole mis palmas para que me diera la palabra— Fue cuando me lo encontré jugando tenis contra Dimitri...

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