GemmaLeon, mi madre y yo estabamos en la sala jugando al "Uno", Leon se encuentra en el sillón individual teniendo sus dos cartas en la mano, mi madre y yo estábamos en el sillón de dos asientos, ella se encuentra al lado mío del cual yo tenía su brazo abrazado sin querer apartarme de ella, ella hace rato había ganado así que Leon y yo estamos en un enfrentamiento y mi querida madre esta en mi equipo ayudandome en derrotarlo.
Tenía tres cartas, un tres de la carta roja, una carta para cambiar de color y una carta que le dará cuatro cartas extras a mi oponente, es sencilla la técnica, para que Leon no sospeche de esta carta poderosa que tengo en mis manos, pondré el cambio de color cambiando a roja, si es que tengo suerte, el comera o pondrá una carta del color que he escogido, pondré mi carta roja diciendo "Uno" y sin poder evitarlo sonreí con poca malicia y mi última carta será mi tesoro en este momento para terminar con el juego de una manera épica.
Mire a Leon de reojo del cual él mira pensativo sus cartas, mire a mi madre del cual ella con una pequeña sonrisa de malicia sabiendo mi plan me dio un asentimiento que lo hiciera.
—Cambio de color a rojo —dije poniendo la carta para cambiar de color sobre las cartas que se encuentran en la mesita de noche, para que así las siguientes cartas que ponga mi oponente sean de color rojo.
—Gracias. Pongo una carta girando el orden de los turnos —dijo el poniendo la carta rojo de giro de orden y yo abrí en grande los ojos al ver el gran error que he cometido— Uno —dijo él sin faltar decir la palabra importante del juego señalando su única carta— Y termino dándote dos cartas extras —dijo él poniendo la carta roja de dar dos cartas extras a tu oponente.
Yo y mi madre nos quedamos de ojos bien abiertos, yo lance las cartas en la mesita de noche cruzándome de brazos con enfado, Leon saco pequeñas risas de malicia y mi madre consolándome me daba pequeñas palmadas en la espalda.
—Sigo insistiendo que haces trampa en todos los juegos que jugamos —dije con molestia y él levantó los hombros subiendo sus pies en la mesita de noche llevando sus manos a su cuello estando muy relajado.
—Gemma, hay que aceptar una derrota, como él está aceptando que yo lo aplaste primero —dijo mi madre con gran sonrisa de malicia hacia Leon.
—Fui bueno contigo Gala, en no darte esas cuatro cartas extras, si lo hubiera hecho, ya las hubiera aplastado a ustedes dos —dijo Leon mirándonos a mi y a mi madre— A cambio usted junto con su hija me dieron cuatro cartas extras al ponerse de acuerdo en ponerme esa trampa.
Mi madre y yo sacamos pocas risas.
—Si como tu y mi madre se pusieron de acuerdo para darme ocho cartas extras al tener la carta de cuatro cartas extras —dije mirando a Leon y a mi madre fingiendo molestia por ello, mi madre me sonrió de un modo nervioso.
—Buena técnica Gala, fingir que nos trataba de ayudar, cuando su único objetivo era utilizarnos para poder ganar y quiso ver el gran espectáculo de cómo su hija y yo nos enfrentamos a muerte —dijo Leon alargando su sonrisa y después de ello se sujetó la barbilla— Guardare eso muy bien en mi memoria.
Mi madre sacó pequeñas risas traviesas cubriéndose la boca a la gran maldad que hizo con nosotros en este juego.
—Una vez que empiezan los juegos de mesa, no hay lazos de amistad o familiar, no puedes confiar en nadie. Pero ya que he ganado, iré a hacerme mis propios premios, galletas —dijo ella levantándose del asiento y Leon y yo sacamos una gran sonrisa por ello— No tardaré.
Mi madre fue dirigiéndose a la cocina, Leon y yo nos volteamos a ver.
—Así que...ya sabes del gran secreto del director —dijo él alzando las cejas con una sonrisa pícara y yo borré un poco mi sonrisa para que eso no fuera algo positivo.
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POTESTAD
FantasySe dice que los más afortunados padecen el síndrome de Alejandría, pero Gemma fue una excepción. Unos ojos morados no hicieron que su padre estuviera presente en su vida, ni le apareció dinero para escapar de la pobreza o le dio la cura de la grave...