36. Temas omitidos

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Gemma

Mi madre, Leon y yo nos encontrábamos recostados sobre el mantel de campo favorito de mi madre ya que el fondo eran de muchas flores coloridas y abejas muy tiernas dibujadas volando sobre ellas, estábamos en el central park sobre la suave tierra que con el mantel nos ayudaba a sentirnos que estamos sobre un colchón muy plano, pero cómodo.

Estamos en silencio mirando el cielo azul donde muchas nubes con diferentes formas iban haciendo su camino recorriendo todo el mundo, yo estando en medio de los dos volteé a ver preocupada a Leon, me tranquilizaba que se viera ya tranquilo por el sueño, teniendo una corta sonrisa serena sin apartar su vista del cielo, yo...no quería hacer aguafiestas, pero...tenía que hablar sobre el tema.

—Leon... —dije con una voz un poco nerviosa temiendo dañarlo de nuevo con lo que le voy a decir, pero quizás sea lo mejor para él, aun así me volteo a ver con su típica sonrisa de siempre, es como...si nunca hubiera tenido una crisis depresión ayer en el cuarto de Celeste.

—Dime conejita —dijo él con una voz muy relajante e hice una pequeña mueca insegura si hablar del tema o no.

—Yo...se que quizás no quieras hablar de lo que pasó ayer, pero...mi madre... —dije con una sonrisa tomándole el brazo a mi madre con cariño que ella volteo a ver a Leon con su dulce sonrisa— Y yo...podemos ayudarte...

Leon frunció el ceño sacando pequeñas risas como si estuviera totalmente perdido.

—No sé de qué estás hablando, ayer no pasó nada —dijo él sin mostrar dolor o enfado por ello viendo directo al cielo de nuevo.

—Leon, yo se que estas fingiendo que eso nunca paso, pero te lo digo con experiencia... —dije empezando a sentir un pequeño dolor en mi pecho al recordar lo de Daniel— Eso...no te va ayudar.

Recuerdo que cuando Daniel solo me utilizo para acostarse conmigo y tener fotos junto con videos con que presumir a sus amigos, yo...recuerdo haber tenido el corazón tan destrozado, nunca se lo mencione a mi madre, yo volteé a verla, ella de nuevo tiene su vista directa al cielo acompañando a Leon a ver las nubes, no quería que se preocupara por mi, herirla por la ilusa que fui al creer que Daniel podía ser el hombre que podría ayudarnos en nuestros problemas económicos, no quería ni si quiera que se enterara de él porque sabía que se iba acordar de mi padre.

Era como tener a un monstruo guardado en mi interior, que rasguñaba dentro de mi por querer liberarse, pero no podía decírselo a mi madre, hasta que no pude más, se los comenté a mis amigas del club y sentí el gran apoyo de ellas, fue como si ese monstruo se hubiera esfumado de mi cuerpo sintiendo paz.

—Miren —dijo mi madre alzando su brazo señalando una nube con forma de caballo— Esa nube parece tener forma de caballo.

—Yo encontré uno que se parece a su hija, Gala —dijo Leon señalando una nube y yo entré cerré los ojos tratando de encontrarle mi parecido a esa nube.

—No le encuentro la forma, esa nube está totalmente deforme —dije confundida buscando la forma de mi cara o cuerpo.

—Exacto —dijo Leon con gracia, mi madre saco pequeñas risas y yo con poca molestia le di un empujón no muy fuerte, Leon se echó a reír.

—Hablo en serio Leon —dije poniendo mi mano en mi pecho mirándolo de una forma suplicante— De verdad ayer me preocupaste...

—Gemma... —dijo mi madre tomándome de las manos con delicadeza, yo volteé a verla y ella me miró con poca lástima— Dale su espacio, mi gema... —dijo tomándome la mejilla acariciándola con cariño— En su momento va a requerir de tu ayuda, ahora deja que se divierta, solo mira lo alegre que está.

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