Perdido.
Daniel.
Desde mi posición en la ventana de mi oficina puedo ver al campo, específicamente a Layla que da órdenes a los reclutas que entrena, le doy un sorbo a mi capuchino sin dejar de observar como el trasero redondo se le marca en el enterizo camuflado que lleva, el cabello negro atado en un moño alto se le mece a los lados y paso saliva.
Los recuerdos de sus labios envolviendo mi miembro palpitante, las succiones, sus caderas meciendose sobre mí, sus pechos saltando frente a mi cara.
Aparto la mirada, cada vez que pienso en ella se me pone dura.
–Coronel el capitán Dobson acaba de llegar. —avisa Anastacia mi secretaria.
–Que pase.
No tardan ni tres segundos y ya tengo a Adrik Dobson sobre mi.
–¡Hermano! —me aprieta contra él. –Te extrañé tanto, ¿Cómo estás?.
–Estaría mejor si no hubieras venido. —me dejo caer en la silla detrás de mí escritorio.
–Me necesitabas y extrañabas, admítelo.
–No sueñes tanto.
Ruedo los ojos.
Sus pies lo acercan a mi y me revuelve el cabello como en los tiempos de preparatoria, lo fulmino con la mirada apartando su mano de un manotazo, Adrik Dobson, mi mejor amigo desde la infancia, carismático, amable, siempre dispuesto a ayudar a los demás, un hombre que las mujeres se le llueven no porque el coquetee, su sonrisa llena de energía es un encanto para las más hermosas mujeres, pero él no lo sabe aprovechar.
Es un toca pelotas de toda la vida, me ví en la necesidad de huir de New York para salir de él pero Ernesto firmó su traslado a esta Academia.
–Deja de perder el tiempo y busca a Lanz, el te indicará tu puesto de trabajo y te pondrá al día.
–A sus órdenes Coronel.
Hace una reverencia absurda que me hace voltear los ojos.
–Estúpido.
–Yo también te extrañé hermano.
Me lanza un beso y lo ignoro, así será con Adrik, siempre con sus bromas y buen humor de mierda, termino mi café y me queda el sinsabor de no haber terminado lo que comencé ayer con Layla por culpa de Clara.
–Coronel. —Melody se abre paso hasta mi oficina. –Ya llegaron las nuevas municiones, puede revisarlas cuando desee.
–Espero que este no se extravie en Lisboa o cualquier otro país como el anterior, no estamos para negligencias. —firmo la planilla que me da y se la devuelvo.
–No se preocupe Coronel, no sucederá.
–Espero.
Tomo movil para llamar a Layla pero me veo interrumpido por una figura delgada y de rizos dorados en un vestido ajustado remarcando sus curvas.
–¡Solecito!
Su voz chillona me penetra los oídos, odio los malditos apodos cariñosos que me pone.
Se sienta en mis piernas dándome varios besos cortos, su madre entra detrás de ella y se limita a saludarme con la mano.
–Mamá y yo vinimos a verte porque hay algo que quiero pedirte. —la miro con una ceja enarcada. –Quiero que me acompañes al cumpleaños de una amiga.
–Hoy no puedo. —lo suelto cortante y sin tener que pensarlo, no quiero ir a ningún cumpleaños estúpido dónde estiradas millonarias toman té, hablan gilipolleces y encienden inciensos con fragancia a vainilla.
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Placer y Obsesión
Подростковая литератураLayla regresa a Witko finalizadas sus vacaciones en Hawaii la tierra donde reside su padre. En su regreso al trabajo en la Academia Pembrook, unidad militar que pertenece a su apellido, una Academia que recluta y prepara soldados para la disposición...