Capitulo 10

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Feliz fin de semana.

Layla.

No me puedo creer que vayas a Cancún sin mí.

Refunfuña Amanda del otro lado de la línea.

–No es mi culpa que estés en Lisboa Ami, para la próxima será.

Nos quedamos unos segundos más hablando y me hace prometerle que enviaré fotos, cuelgo el teléfono terminando de cerrar la maleta púrpura sobre la cama.

Llego a la pista de aterrizaje de la familia Lions y el jet privado blanco con letras y franjas azules está estacionado esperando a ser abordado.

–¡Lay! —Claudia me envuelve en sus brazos al igual que sus padres y abuelos.

–Hola. —se limita a decir Clara ( su prima )

–Pensé que llegarías tarde. —se cruza de brazos mi mejor amiga.

–Es que me quedé un poco dormida y...

–¡Dios! —exclama llevando ambas manos a sus mejillas.

–No es para tanto Claudia.

–Mira eso.

Gira mi rostro y mi boca se abre en forma de «Daniel camina despreocupadamente con Azael, sus músculos se tensan mientras arrastra la meta azul, lleva gafas de sol, una playera blanca, pantalón ajustado y converse, giro la cara acalorada, este hombre me pone de los nervios.

Abordamos el jet, me coloco al lado de Claudia, Azael va frente a nosotras y al otro lado del pasillo Daniel con Clara, tienen una conversación demasiado íntima como para acabarse de conocer, él le sonríe ligeramente y ella se sonroja.

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Cancún nos recibe con el sol en su alto esplendor, los rayos solares me calientan la piel y respiro el exquisito aroma que desprenden las playas.

Me coloco los lentes entrando a uno de los autos que nos llevará al hotel, por la ventanilla baja puedo ver cómo Clara se detiene junto a su madre y Daniel le acaricia la espalda baja antes de subir al auto que los llevará.

–Se ven tan bien juntos. —alcanzo a escuchar como suspira su madre.

Me distraigo cuando Claudia, Azael y sus abuelos abordan el coche que sale detrás del de Daniel, Clara, su madre y los padres de Claudia.

Nos hospedamos en el Ritz Carlton, al llegar en la recepción nos reciben con una ronda de cócteles.

Me dejo caer en uno de los sillones tapizados en rojo mientras la familia termina de hacer el itinerario del fin de semana.

–¡Está hermoso el hotel! —Claudia se sienta a mi lado con una sonrisa en el rostro.

–La hermosa eres tú con esa sonrisita enamorada.

–No digas tonterías.

Me da un golpe en el brazo pero su cara está iluminada y más se ilumina cuando sus hermosos ojos azules caen sobre su novio que sostiene un mini mapa con el seño fruncido.

Nos entregan las tarjetas de las habitaciones y la mia es la 303, todos se quedan acompañados, solo yo tendré que dormir sola, suelto un largo y pesado suspiro.

Es tarde así que luego de acomodarnos acordamos reunirnos en el lobby por la mañana, pido comida en la habitación y ceno ahí luego de darme una ducha con sales relajantes.

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Despierto  descansada y feliz, el sol se cuela por la ventana de cristal y sonrío al mundo metiéndome en el jacuzzi.

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