Capitulo 36

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Camino a mi felicidad.

Layla.

Los rayos mañaneros me calientan la piel, fue una noche fría, con una fuerte brisa que azotaba las ramas de los árboles, por suerte la mañana está levantando y lo agradezco mientras doy instrucciones en el campo.

El patio está repleto de nuevos reclutas y las tenientes en cuestión damos un entrenamiento y supervisión de las habilidades de los nuevos, para saber hasta donde pueden llegar y que tan grandes son sus habilidades.

Estoy metida en mi entrenamiento, evaluando cada cosa que hacen los reclutas, pero un movimiento a mi lado me hace desviar la atención y la veo pasar, Melody, tan serena y coqueta como siempre, robándose la mirada de unos cuántos, ella va y se detiene al lado de Anieska, tocando su brazo, la Teniente se quita los protectores de orejas, ya que su entrenamiento es tiro al blanco.

No sé que es lo que están hablando, desde mi posición no puedo escucharlas, pero ambas rien con picardía y ruedo los ojos, siento un pequeño golpe de rabia y no entiendo el porque, por parte de Melody es entendible, hemos tenido nuestros percances, pero Anieska, a ella a penas la conozco, no parece ser mala chica, es agradable y muy entusiasta.

Su conversación termina y ella se vuelve a colocar los protectores volteandose de espaldas, la cabellera negra atada en una cola baja cayendo hasta su cintura, es muy bonita, hay que admitirlo.

Creo que está tatuada completamente hasta donde he podido ver, ya que lleva un crop top ajustado que le deja ver los tatuajes del abdomen y el colgante del ombligo.

El entrenamiento termina y me quedo en una silla bajo el toldo azul terminando de llenar los papeles de los nuevos reclutas.

–Hola hola.

Elena llega junto a Raiko y Carter.

–Hola chicos. —los saludo sin levantar la mirada de las planillas.

–¿Están al tanto de las dos mujeres que encontraron cerca del imperio? —pregunta Carter.

–Si, según el perito judicial fueron violadas varias veces, por varios hombres, su interior e intestinos estaban destrozados, pero su muerte en si fue por sobredosis de metanfetamina. —explica Elena.

–Pero eso no es todo. —advierte Raiko. –Tenian heridas en sus cuerpos, cuando se hizo la necropsia se descubrió que faltaban órganos, riñones, corazón y el hígado.

–Trafico de órganos. —añado.

–¡Que horror!—exclama Anieska acercándose. –Cada vez lo hacen más salvaje.

–Asi son los criminales. —dice Raiko babeando y me pongo de pie.

–Me das asco. —le empujo la cara con la mano. –Ojalá que Carol no te vea..

–¡Hey Layla! —Anieska me alcanza a una distancia de los chicos.

–Dime.

–Quería preguntarte si tenías planes para hoy, ya sabes, para salir y conocer el lugar un poco.

Hago una mueca de vergüenza fingida.

–Lo siento, pero me quedaré trabajando hasta tarde.

Retomo mi camino y ella me sigue pegada a mí, no le es indiferente a los soldados que la miran, les hace ojitos a todos y les sonríe abiertamente.

Después de tomar una ducha y repetirle a Anieska hasta cansarme que no podía hacer ningún plan con ella porque tenía trabajo que hacer, por fin lo entendió.

Tomo asiento en uno de los bancos del jardín respondiendole algunos mensajes a mi madre.

La bocina de un auto me hace levantar la mirada extrañada, la Academia no tiene entrada al público, para llegar hasta aquí en dónde estoy, necesitas pasar por la portería principal, que siempre está resguardada por dos oficiales que hacen guardia en las postas que quedan a cada lado de la portería, cruzando esa entrada tienes que atravesar un largo y amplio terraplén cercado, dividiendo el campo verde que tiene a cada lado, donde hay artefactos militares y luego viene la segunda portería, está menos resguardada, pero igual con cámara de vigilancia y reconocimiento facial para los militares y pasando esa portería es que viene esta entrada, la del jardín de la Academia, con todo esto quiero decir que no cualquier auto tiene el derecho de estar aquí sonando su bocina.

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