Descubriendo la verdad.
Claudia.
–¡Te digo que tiene un amante! —asegura Ian histérico.
Desde que Layla terminó su relación y anulo el compromiso ha estado muy mal, su estado de ánimo ha ido de mal a peor, subiendo y bajando, días malos, días peores, días más o menos, no duerme, no come, no vive, no se cuida y aunque está yendo a terapia no veo que funcione.
–¿Te estás escuchando? —lo miro incrédula. –Layla, mi mejor amiga no es así, ella jamás te traicionaria.
–¿Entonces como explicas lo que me dijo ese hombre?
–Ya te lo dijo, chismes de pasillos, suposiciones que se hacían, jamás los vieron en nada, ¿Es que ahora un hombre y una mujer no pueden tener una amistad sincera?
Da vueltas por la habitación, tirándose mechones de cabello, está inestable y por mucho que le he brindado ayuda no la acepta, quería recuperar a Layla, ahora está empeñado en que lo dejó porque tiene un amante, su locura va en aumento y me duele verlo así, porque Ian siempre fue un hombre cabal, carismático, divertido, en sus cinco sentidos, ahora no queda nada del Ian que conocí.
–¿No has hablado con ella? —hace la misma pregunta de siempre.
–Si, quería que viniera a pasar el rato Pero tiene cosas que hacer.
De repente su caminata incesante se detiene y me mira con los ojos desorbitados.
–Necesito que me hagas un favor.
–¿Que?
–Necesito que sigas a Layla, ya tengo a un hombre de mi padre siguiéndola pero...
–¿Que dijiste? —lo miro estupefacta. –Ian, eso es enfermo, ¿Con que derecho mandas a seguir a Layla? Sabes que eso no es legal, es... Es repugnante.
Me convenzo de que está mas mal de lo que realmente aparenta.
–Olvida eso ahora, solo necesito que vayas, que lo veas con tus propios ojos, quiero saber que hará y que tú también lo sepas.
Niego, esto es absurdo, yo entiendo su desespero en una gran parte, pero ya roza lo absurdo y maniático.
–Claudia por favor.
–Ian estás enfermo, me duele verte así, acepta la ayuda que te brindan los profesionales.
El suspira y pienso que me va a gritar como todas las otras veces, asegurando que los que estamos mal somos nosotros que no comprendemos la magnitud de su amor hacia mí mejor amiga, pero en su defecto lo usa a su favor y no me imaginaba a un Ian yan maniático como el que tengo frente a mí.
–Te prometo. —corre a mí tomando mis manos, logrando que me sobresalte.. –Prometo que si me haces este pequeño favor yo... Yo... Me dejo ayudar.
Lo miro de hito en hito, me acaba de chantajear emocionalmente y lo peor es que estoy cuestionando mi decisión de no aceptar, porque realmente quiero que se cure, realmente quiero que deje en el pasado esa obsesión enferma havia Layla que solo es hace daño a él.
–¿Lo prometes?
–Lo prometo, me dejaré ayudar.
–Ian esto es serio.
Suspira.
–Lo sé.
–Bien y si descubro que tengo razón, que no anda con nadie, dejarás el tema tranquilo.
Duda pero asiente.
–Bien.
####
Llevo horas sentada en el asiento del copiloto de un Mercedes negro, estacionado a pocos metros de la casa de Layla, justo al otro lado de la calle, me siento mal e incomoda vigilando su casa.
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Placer y Obsesión
Teen FictionLayla regresa a Witko finalizadas sus vacaciones en Hawaii la tierra donde reside su padre. En su regreso al trabajo en la Academia Pembrook, unidad militar que pertenece a su apellido, una Academia que recluta y prepara soldados para la disposición...