Sueños.
Layla.
Creo que todas compartimos el mismo sueño de niñas, un príncipe azul, un novio espectacular que junto a un corsel blanco te conquiste, ese príncipe azul capaz de enfrentarse al dragón por tu libertad.
Caminar al altar al lado de ese hombre espectacular se vuelve en nuestra obsesión, convertirte en la mujer que compartirá su apellido, honrrandolo por todo lo alto.
Incontables veces me encontré imaginándome como sería el día que me pedirían la mano en matrimonio, el sentimiento de felicidad y emoción que me abarcaría, mis ojos se humedecian al imaginarlo, entonces, ¿Por qué en este momento solo siento inquietud?
Mi pecho se a hinchado en confusión, me siento abrumada al ver a todas las personas presentes esperar con ansias mi respuesta, el rostro de Ian contraído ya en confusión porque llevo varios minutos en silencio, mirando con temor la caja de terciopelo que guarda el anillo que desea poner en mi dedo.
Se suponía que este día sería especial, un día en el que sentiría toda las emociones que algún día ví en las películas y yo me imaginé que sentiría.
Tomo una bocanada de aire observando a mis padres, mi madre con los ojos húmedos, anhelaba este día, tanto como yo, mi padre, con una sonrisa torcida, fingiendo que es de piedra, cuando sé que por dentro salta de alegría y emoción, el anhelo en sus ojos es tan notorio.
Observo a los padres de Ian tan llenos de expectativa, tan atentos sonriendo y mirando nuestra escena con añoranza y por último observo a mi novio, con una sonrisa nerviosa, con sus manos temblando y con la esperanza en los ojos.
Vuelvo a tomar aire y doy la mejor sonrisa que me sale, tragando grueso, sintiendo un cosquilleo extraño en mi vientre y una opresión en el pecho, extiendo mi mano hacia él.
–Acepto.
Las manos de Ian se mueven deslizando el anillo en mi dedo anular, la respuesta que estaba esperando para que su rostro se ilumine con una enorme sonrisa.
–Te amo mucho.
Susurra y yo detallo el anillo en mi dedo, que encaja a la perfección, como si hubiera sido hecho a mi medida.
Me envuelve en sus brazos y dejo escapar varias lágrimas que son producto al momento tan emotivo y el crujido de mi corazón.
–No quiero que pienses que este anillo te ata a mí, tampoco que es una propuesta a matrimonio inmediata. —explica despacio. –Este anillo solo significa que eres mi prometida, la que se convertirá en mi esposa si el tiempo lo determina, que espero y si lo determine.
–La futura señora Marceli, bienvenida a la familia querida. —Catalina me da un abrazo, seguido su esposo, los dos felicitándome.
Mis padres no se hacen esperar a la hora de abrazarme y mamá recordarme lo feliz que está por este momento, sé que ella lo deseaba, verme comprometerme con un hombre que valiese la pena y me quisiera.
Brindamos por el momento especial y me alejo un poco con Ian que me toma de la mano.
–Espero no haber cometido un error, no quiero que te sientas presionada. —suspira afligido.
–Oye. —tomo su rostro entre mis manos. –No hiciste mal, todo está bien.
Su expresión se relaja un poco y sella nuestros labios en un beso tierno, como todos los que me a dado desde que comenzamos a salir hace un mes.
La noche termina y me dirijo al auto de mi padre con él, estoy agotada y deseo descansar, ha Sido una noche bastante conmocionada.
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Placer y Obsesión
Teen FictionLayla regresa a Witko finalizadas sus vacaciones en Hawaii la tierra donde reside su padre. En su regreso al trabajo en la Academia Pembrook, unidad militar que pertenece a su apellido, una Academia que recluta y prepara soldados para la disposición...