Capítulo 22

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Lovely Walker.

Me arde la vagina de tanto follar, pero aún así tengo más ganas, por ahora el hambre me tomo, o a ambos.

—¿Te acabaste el queso? —me regaña.

Miro el traste que trajo en su maleta y me encojo de hombros llevando el último pedazo de queso a mi boca, me toma la mano y la mandíbula impidiendo que me lo trague. Se acerca y mete su lengua sacándolo mientras pataleo.

Me suelta y mastica el queso como si nada.

—Maldito hambreado —ruedo los ojos.

—Dice la que se acabo la pasta, los macarrones y el queso.

Me cruzo de brazos y tomo un poco del vino que preparo. Dice que lo hizo él mismo con uvas reales. Sabe a jugo de uva pero a vino.

Hizo un picnic. Una manta gris con servilletas rojas, comida, y mucho espacio. Su pintura se ve a unos metros y yo me desparramo, tengo ropa suya y él solo un bóxer negro dejando que vea la serpiente. Las dos.

Sus brazos resaltan sus venas mientras prepara bocadillos llevándoselo a la boca. La naturaleza golpea mis oídos y el viento me eriza la piel pero el sol lo contrarresta. Trato de acostarme pero el sol me llega en la cara...

—Toma —dice y alzo la mirada para ver cómo me da unos lentes de sol—, úsalos que te vas a quedar ciega.

Los tomo sonriente y me los pongo. Se ve lindo el cielo despejado y los árboles moviéndose mientras el agua fluye. Pongo mis manos en mi estómago y respiro.

Hace mucho no me sentía así de feliz. Realmente estoy feliz.

—¿También te comiste las fresas? —gruñe.

Sonrío para mis adentros.

—Hay una —jugueteo con el botón de la camisa blanca—, sólo debes encontrar el lugar.

Escucho una risa irónica y cuando lo veo ya está sobre mí repartiendo besitos por mi cara haciéndome reír.

Se desliza besando mi cuerpo, toma el elástico de los bóxers y levanto la cadera para que los quite, me abre las piernas y mientras me quito las gafas veo como se baja sin despegarme la mirada de depredador. Me abre las piernas y pasa su lengua haciéndome jadear, es caliente, delicioso. Siento sus dientes en mi carne y saca la fresa.

—¿Te gusta? —inquiero jadeante.

Relame sus labios mientras mastica y se agacha a chupar más... «Jesús»

—Me encanta. —muerde mi pierna y pasea la lengua hasta mi cuello.

Un dedo se desliza dentro de mi coño y me remuevo. Muerde mi mandíbula para repartir besitos.

Me carcajeo tratando de luchar pero simplemente se hunde un poco y los saca para llevársela a la boca. «Maldito loco»

—No cambias —niega con la cabeza.

—¿¡Qué!? —frunzo el ceño.

—Ah, se me olvidaba que tienes demencia convenciera.

𝐄𝐬𝐭𝐨𝐜𝐨𝐥𝐦𝐨 4 (+21) ©  BORRADORDonde viven las historias. Descúbrelo ahora