Capítulo 48

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Lovely Walker.

1... 2... 3 latidos.

La sien me palpita y una pequeña mano envuelve mi dedo ensangrentado, mientras nado en el mar carmesí, espeso que comienza a agotar mis músculos. El llanto de un bebé me atormenta haciendo que me arda el pecho mientras trago el metal, corro y me arrastro hasta la isla, la luna roja, y el llanto del bebé me atraviesa haciendo que gire.

Llanto... llanto... llanto...

Hay una cuna entre las llamas y mi bebé llora, llora mucho. La seda carmesí se desliza y la mano que sale es pequeña... otra más... otra...

Descubro a mi bebé y... tres serpientes salen enterrándose en mi pecho.

—¡Love! —el grito de Tayler me obliga a girarme del grito sofocante y pánico.

Está en el mar, lleno de sangre y... tres disparos impactan contra su pecho.

—¡NOOO! —corro con el vacío que me provoca verlo desvanecer...

Salto en la penumbra mientras las lágrimas hidratan mi garganta. Acaricio mi pecho y siento mi collar. Lo beso y cierro los ojos. El vacío de verlo caer no es nada comparado con lo que he vivido.

Aún es de madrugada, mi habitación es iluminada por la luz de la luna llena. Paso las manos por mi rostro apartando el sudor.

Reviso mi teléfono al lado de mi buró.

«3: 00 A.M: Lunes, 29 de febrero del 2044»

No tengo llamadas ni mensajes. Reviso mi bandeja y la última foto es una mía desnuda en el espejo. La suya es de él sentado en un sofá frente a la chimenea mientras está completamente desnudo y con el miembro brillando como nunca.

Lo extraño demasiado.

Hace casi cuatro semanas que se fue y no volvió, dijo que lo haría pero no es así. Se limita a hacerme videollamadas donde hablamos por horas y al final nos masturbamos mutuamente. Es verdad que no ayuda porque su cuerpo es una droga que aún no quiero dejar.

Presiono el botón de llamada y dejo que retumbe... buzón de voz.

—Hola —suspiro—. Sólo tuve una pesadilla. Llámame cuando puedas, son las tres de la mañana así que allá son las 10. Llámame. Necesito hablarte.

«Escuchar tu voz, saber que estás bien», lo pienso pero me muerdo la lengua.

Me recuesto esperando una respuesta, la luna me pega en el rostro mientras mis cortinas ahora carmesí se balancean por el viento debido a que mi balcón está abierto.

Mi teléfono vibra en un mensaje y salto llevándolo con rapidez a mis ojos.

Anciano:

Te llamo más tarde.
Estoy en una junta, trata de dormir.

Yo:

Será más divertido
mientras me escuchas
gemir tu nombre.

Anciano:

𝐄𝐬𝐭𝐨𝐜𝐨𝐥𝐦𝐨 4 (+21) ©  BORRADORDonde viven las historias. Descúbrelo ahora