Capítulo 43

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Matthew es un personaje especial, que no estaba planificado porque la historia va directa sin embargo, quería darle algo a Love, algo que pudiera apreciar sin sentirse mal con ella, pero al final ganó lo malo porque ella no cambia, evoluciona y como lo dije en un principio, quizá, para peor.

Igual tengo grandes cosas para ti, Matt

Igual tengo grandes cosas para ti, Matt

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Matthew Reid.

Dame tu dolor.

Mis años de estudio, y doctorado no me sirven ahora. Es como pararme en un vértice sin saber dónde está mi ángulo. Los gritos de Lovely me erizan la piel mientras preparo mi café y la toxicóloga su comida. Ya que ese hombre no entiende que ella no es mecerá.

Se lastima cuando puede y grita cosas hirientes pero entiendo, está desesperada por algo que la haga sentir bien. Tomo la charola de comida y me dirijo a su habitación. Sus amigos se fueron pero Armstrong está aquí, fumando en la ventana del balcón, su habitación parece un apartamento y toda esta fortaleza es un mundo pero el está como si no estuviera teniendo un colapso nervioso.

Yo vine a una mansión desconocida sólo porque no me atreví a dejarla. No desconocida, pase aquí noche buena pero es tan grande que me perdí dos veces tratando de llegar a este lugar con código aterrorizante.

—Podrías haber hecho algo para ayudarla —le digo mientras cargo la charola después de cruzar la puerta.

Me escanea con una absoluta arrogancia familiar. Vengo en mi tiempo libre porque la mafia ha desaparecido de este lugar, no hay nadie, no hay Yakuza, no hay mujeres, nada. Es como si se prepararan para el fin.

—Si entro allí sólo va a querer que la folle como el bastardo que no se ha aparecido en las últimas ocho horas —contesta relajado—. Ya pasé por eso, prefiero escucharla gritar. Y sinceramente me gusta más estar en el balcón que esa habitación.

Lo ignoro y acompaño a la mujer mientras encuentro el cuarto de baño a un lado hecho un desastre, quitamos todo lo que pudiera usar para lastimarse pero busca la manera. Lleva día así y ha empeorado. Me mira como una esperanza pero después observa la charola retrocede.

—No quiero eso, Reid —dice perdida.

Pasa las manos por su cara, está frustrada, dolida. Suda, no respira bien y tiembla mordiéndose las uñas. Las orejas están rojas al igual que su cara pálida y labios cuarteados a los cuales le arranca la célula muerta haciendo que se le bañen de sangre.

—Debes comer algo, debes salir de este baño —le insisto pero niega y comienza a caminar de allí para allá mientras la mujer le insiste para que beba un medicamento enviado por un microbiólogo ya que al parecer tiene un parásito—. Cálmate, y te prometo que se solucionará.

𝐄𝐬𝐭𝐨𝐜𝐨𝐥𝐦𝐨 4 (+21) ©  BORRADORDonde viven las historias. Descúbrelo ahora