Capítulo 59

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Tayler Aragon.
🥀🗡️

Armonía.

Me levanto a las cinco de la cama ocupándome todo el día en mover tropas, mis hombres rodean Berlín para evitar cualquier tipo de entrada enemiga. Este es un lugar seguro pero debo hacer un viaje con los palestinos.

Recoger el arma química y entonces declarar la maldita guerra. La pelirroja que duerme como un gato sólo se levanta a comer y vomitar, comer y dormir, follar en mi despacho, y se regresa a dormir.

La tarde me toma con el bufón dando órdenes con Stuart, entrenando a los soldados en el bosque, haciéndolos luchar a muerte, este no es un intercambio, es un robo, los italianos son unos idiotas, o yo demasiado astuto.

Les quité todo porque querían que los perdonara, les quite a su líder, la hermana y les quité a sus hombres para matarlos en la guerra. Soy un hombre paciente pero vengativo y si tocaron a mí mujer lo pagaran sus hijos, los hijos de sus hijos, sobrinos y nietos. Carsten impuso esa regla, por eso maté a su hijo, sabía que eso pasaría y aún así pusieron en peligro a mi familia.

Trabajan horas y horas mientras firmo embarques, saco unos informes, y dejo todo listo para hacer el movimiento de la bomba, bajo al sótano, levanto mis mangas, escaneo al hombre desnudo que dejé electrocutándose antes por horas a un bajo voltaje. Tomo un cuchillo y comienzo el trabajo para envi...

La voz de mi mocosa aparece mientras arranco la nariz que cruje bajo el filo del cuchillo y el grito del hombre me priva de su melodía. Siseo cuando la sangre salpica mis zapatos y ruedo los ojos.

—¿Tay? —veo de reojo cómo se asoma por la puerta—. ¿Qué haces?

Giro sobre mi hombro y la veo sentándose en mesa de metal con una sábana carmesí de seda.

Balancea sus pies, tímida. «Tiene ganas»

Escanea al hombre y después a mí. Tiro la nariz al suelo.

—Envío un mensaje —limpio mis manos con el agua desinfectada de un cubo a mi lado y ella suspira.

—Ahora que estás ocupado, quizá debamos tener un radio para que puedas ir cuando te necesit... ¿deberíamos hacer una réplica de tu pene? —enarco la ceja ante la sugerencia—. No se moverá como tú pero me calmara cuando estés ocupado...

—Puedes venir cuando se te pegue la gana que para eso soy tu marido —le aclaro—. Incluso en la maldita guerra.

Asiente con ojos brillantes. El hombre grita en sollozos pero me deleito cuando la melena de fuego desliza sus hombros y deja caer la sábana que le acaricia la piel cremosa, abriendo las piernas, deleitándome con ese lindo coño. Es la mujer más hermosa que el mundo ha podido tener, Lovely es literalmente el regalo de los dioses sobre la tierra y lo detallo cuando veo la perfecta simetría de su rostro que asemeja a una muñeca de porcelana.

El brillo de sus jugos me ponen la maldita verga como nunca. Últimamente estoy más caliente que nada y se que es porque finalmente la amarre a mí de por vida.

—Estoy muy caliente y más ahora que te veo así —hace puchero, puedo ver sus ganas al retorcerse. Joder—. Vengo a que cumplas tu deber. He estado muy sola en cama.

Han pasado al menos siete horas desde que la dejé en cama.

—¿Oh, sí? —me acerco, y acaricio su pezon erizado con mi dedo, su piel es tan suave, la teta lisa de color pálido rebota cuando lo suelto de mis dedos—. ¿Cómo debo castigarte por entrar cuando estoy trabajando?

𝐄𝐬𝐭𝐨𝐜𝐨𝐥𝐦𝐨 4 (+21) ©  BORRADORDonde viven las historias. Descúbrelo ahora