Capítulo 51

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Hola, hola. Bienvenidos a la tercera fase A, oficialmente.

Les doy gracias de antemano mood leerme y llegar hasta aquí.

*espacio para aplausos*

Espero podamos llegar al final. Y por cierto, no olviden votar y comentar.
👍🏻
⭐️

Ayudarían mucho a la historia, no suelo pedirlo pero ya nos despediremos de la saga, creo que lo merece.


Tayler Aragon.

Pies sobre la tierra.

Escucho lo que dicen del otro lado de la línea mientras doy dos caladas a mi tabaco para beber de tres tragos vaso de ron al levantarme por el estruendo que da la puerta de mi despacho.

Diviso al calvo que viene con Rose y cuelgo la llamada con el Lombardi menor.

—¿Qué diablos haces? —espeta rabioso—. ¿Una guerra es lo que buscas?

Me giro aburrido.

—¿Por qué te alias con los italianos? —me empuja—. ¿Se te olvida lo que le hicieron a tu mujer? ¡Te vendiste!

Rosemery interviene.

—¿Qué diablos haces? —me mira.

—Yo sé lo que hago y Lovely no está conmigo, tampoco es más mi mujer —les aclaro—, Isabelle será la que me dé un heredero y no veo porque debo estar atado a algo que no me dará lo que necesito.

Rosemery me repara y el Yakuza se burla asintiendo. No sé si me creen...

—Supongo que firmaste —dice.

—En la mafia no hacemos esas estupideces, la jerarquía ya no me controla y la aristocracia no tiene nada que ver —les aclaro.

—¿Qué pasa con el clan de los calaveras? ¿La rebelión?

—No me interesa hablar de mafias que no están mezcladas con mis asuntos y si me haces el favor de largarte porque viene el líder del clan Serbio —escupo.

—¿Ahora te meterás diamantes por el maldito culo? —espeta rabioso y respira—. No me hables a menos que sea para un puto negocio.

—Jamás lo he hecho con un lucro diferente.

Rosemery se queda parada mirándome mientras el Yakuza se larga.

—¿Qué? —frunzo el ceño y apago el tabaco con el licor.

—¿Realmente la dejarás por la familia que mató a su hijo?

Nuestro.

—No tengo interés en esa mujer y tampoco en meterme a esa situación de nuevo —le digo—, me sirvió pero ya no...

La cara apenas se me cantea pero el cabello se me mueve cuando cae una bofetada de su parte. Me burlo y niego en busca de paciencia. Tomo la pistola y aprieto la cacha.

—Cuida cómo me pegas, Rose —acorto espacio—, no soy el Aragon que conocías y también me conoces. Vuelve a pegarme y tendrás una mano robótica.

—Jodidamente lo noto y espero que ella también, porque prefiero tener una mano de fierro, para poder romperte esa dentadura perfecta.

No sé cuando regresa pero ahora no quiero saberlo, sinceramente no puedo lidiar con ella ahora.

𝐄𝐬𝐭𝐨𝐜𝐨𝐥𝐦𝐨 4 (+21) ©  BORRADORDonde viven las historias. Descúbrelo ahora